Francisco Gorrindo

Buenos Aires (INPA ) En una Argentina endeudada, desacreditada, vituperada, dividida, cuestionada y con evidentes signos de corrupción en casi toda su edificación socio-cultural, la figura de Francisco Gorrindo surge con fuerza desde el pasado, para denunciar esos males, dejándonos saber, como consuelo, que no fue sólo esta generación la que se abusó de la república que, como todas las madres, perdona a sus hijos desorientados, y sigue menteniéndolos pese a sus faltas, transgesiones, violaciones y olvido.

En sus mordaces letras, este poeta argentino que murió aquí el 2 de enero de 1963, mostró un pesimismo y un escepticismo que hoy, obervando el actual drama político-económico, parecen de los años 30 - ¡ la famosa “Década Infame de la Argentina”! -, cuando fueran imaginadas por el autor de “Las cuarenta”, “Gólgota” y “Por tener un corazón”.

En el tango “Las cuarenta”, de 1937, con música del también desaparecido guitarrista Roberto Grela, Gorrindo señala:

“La vez que quise ser bueno, en la cara se me rieron, cuando grité una injusticia, la fuerza me hizo callar”.

“Gólgota”, con música del pianista Rodolfo Biagi y grabado primeramente por la orquesta de Francisco Lomuto, con el cantor Jorge Omar, el 14 de octubre de 1938, dice:

“Crucificao, te vas a ver, por la moral de los demás, en este Gólgota cruel, donde el más vil, ése, la va de Juez”.

¿Hace falta recordar el Calvario y a Jesucristo en la colina del Gólgota en que fue crucificado a los 33 años el Redentor de Nazaret que vio la luz en Belén?

Froilán Francisco Gorrindo nació en Quilmes, provincia de Buenos Aires, el 5 de octubre de 1908, y también es autor de “Perdón a la muerta”, “Paciencia”, “La bruja”, , “Mala suerte” , “Mi locura”, ”Mi cielo” y “Contraseña”.

“La esperanza fue mi amante, y el desengaño mi amigo”, relata en “Las cuarenta” este soñador, cuyos ojos críticos debieron observar los derrocamientos de los ídolos populares Hipólito Yrigoyen y Juan Domingo Perón.

Además, los atropellos y errores de las dictaduras militares que, desde 1931, pisotearon la Constitución Nacional, encarcelando o mandando a sus casas a presidentes legalmente elegidos.

Y, también, el paso de gobiernos civiles corruptos que, primero, pensaron en sus bolsillos y, mucho después, en el pueblo que, hasta el presente, no ha podido recuperar su dignidad, trabajando y comiendo todos los días. Como apunta “Gólgota”: “Comulgar en tanta hipocresía, por el pan diario, por un rincón”.

Chuchi Prieto INPA

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