Uruguay: clima político enrarecido
por Ruiz Pereyra Faget
Uruguay está viviendo una situación política paradojal: el empresariado agroexportador está de parabienes porque los precios de sus productos en el mercado mundial van para arriba y las ganancias son extraordinariamente abultadas sin que el gobierno les realice ninguna quita. La Central Obrera también aplaude la gestión del gobierno que ha creado más trabajo y estimula los Consejos de Salarios. Por otra parte, la decisión de los organismos máximos del Frente Amplio, que es la fuerza política que gobierna, con mayoría absoluta en ambas Cámaras, ha resuelto anular la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado para los delitos de lesa humanidad cometidos por los militares durante la dictadura en el período 1973-1985.
La decisión de no juzgar a los militares por sus crímenes fue la consecuencia de un pacto no explícito entre los militares y los políticos que negociaron en 1984 la recuperación de las instituciones democráticas.
La teoría que sirvió de base a este pacto, fue la "Teoría de los dos demonios". El primer demonio fue la guerrilla tupamara, de la que el Presidente Mujica fue uno de sus jefes, la que habría provocado la aparición del demonio contrario: la represión militar. El demonio tupataro perdió la guerra y al demonio militar, que ganó, no se le piden cuentas porque ningún vencedor rinde cuentas.
Esta teoría, proclamada por el ex Presidente, Julio María Sanguinetti, ha sido aceptada por los tupamaros, incluyendo a Mujica, salvo un sector minoritario de este grupo.
Pero la "Teoría de los dos demonios", es falsa. En la década de los 60' se profundizó en el país la crisis de sus estructuras económicas lo que provocó la unidad del movimiento obrero en una Central Única que emprendió una vigorosa lucha dentro del marco constitucional en defensa de sus conquistas, seriamente afectadas por las políticas impuestas por el Fondo Monetario Internacional. ´El gobierno del señor Jorge Pacheco Areco (1967-1972) contestó con el Estado de Sitio (13 de junio de 1968) que prolongó durante los cuatro años restantes de su mandato. Los obreros fueron militarizados y el Parlamento sometido a constante amenaza de disolución por el Presidente de la República. El Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaro), había surgido antes pero con escasa penetración en la sociedad. La violencia gubernamental lo fortalecieró rápidamente, especialmente en un sector de la juventud estudiantil.
No obstante, había importantes fuerzas de izquierda -entre ellas el Partido Comunista- que se oponían a la acción armada, sosteniendo una política que movilizara a grandes masas y a partidos que expresaban los intereses de los trabajadores y de las capas medias de la ciudad y del campo, en torno a un programa de reformas democráticas profundas antioligárquicas y antiimperialistas. El Frente Amplio fue su expresión, constituyéndose el 5 de febrero de 1971. Su presidente fue el general Líber Seregni, un prestigioso militar, perteneciente al Partido Colorado, que rompió con éste y con el señor Pacheco, renunciando al mando de la región militar más importante del país. El MLN no integró el Frente. Para esta organización, la referencia principal en América Latina era el proceso chileno de la Unidad Popular que en 1970 había logrado la victoria electoral de su candidato presidencial, Salvador Allende.
La estrategia imperialista de impedir las luchas de liberación nacional en América Latina, había comenzado con el derrocamiento del Presidente brasilero Joao Goulart, heredero político de Getulio Vargas. El segundo objetivo, fueron Uruguay y Chile, en junio y setiembre, respectivamente.
Aunque hay notorias diferencias entre los dos golpes de Estado, ambos fueron instigados por Estados Unidos y su órgano especializado en estos menesteres: la CIA. En Uruguay fue un autogolpe perpetrado por el Presidente de la República, un típico oligarca con inocultables ideas fascistas, Juan María Bordaberry. El de Chile fue un golpe contra un gobierno popular que había elegido la vía democrático-burguesa para realizar profundos cambios económcios y sociales.
El Frente Amplio no obtuvo en las elecciones de 1971 los resultados esperados pero a la oligarquía y al imperialismo no escapaba que la crisis que carcomía a sus partidos creaba un vacío de poder y que el agrupamiento del pueblo en torno al Frente estaba destinado a ser, en un mediano plazo, una fuerza imparable. Concluyeron que el núcleo principal y más peligroso de la nueva formación, era el Partido Comunista y decidieron, en 1975, no solo destruirlo sin borrar la propia ideología. Los tupamaros ya habían sido derrotados -el 23 de setiembre de 1972 las Fuerzas Armadas proclamaron su victoria absoluta- lo que quiere decir que el golpe de Estado del 27 de junio de 1973 fue para destruir al Frente Amplio y al Partido Comunista, incluyendo su doctrina. La represión militar durante la dictadura, que alcanzó a víctimas incluso de la fracción mayoritaria del Partido Nacional, como el ex Presidente de la Cámara de Representantes, Héctor Gutiérrez Ruiz, que fue asesinado en Buenos Aires y el fracaso del asesinato del líder del Partido Nacional, Wilson Ferreira Aldunate, en esa ciudad.
Todos aquellos que fueron asesinados por sus ideas sin empuñar nunca un arma, no entran en la "Teoría de los dos demonios".
Puede admitirse en términos realistas que la impunidad haya podido prosperar porque la oficialidad del Ejército, en 1984, involucrada en los crímenes, tenía fuerza para imponer determinadas condiciones aunque había sectores de la izquierda y del Partido Nacional que consideraban que la dictadura tenía tal aislamiento político y una crisis económica incapaz de remontar por sus propios medios, que no podía mantenerse por mucho tiempo. Además el contexto regional (Argentina y Brasil) estaba cambiando. Aun admitiendo la hipótesis anterior de su fortaleza, lo evidente es que hoy no queda prácticamente ningún oficial involucrado en aquella sangrienta represión, salvo alguna excepción.
El planteo del Frente Amplio de anular una ley inconstitucional, impuesta en su momento por el miedo y el terrorismo mediático de órganos que apoyaron a la dictadura, es ética y políticamente justa.
En consecuencia, no se explican las vacilaciones del Presidente José Mujica hasta llegar a ejercer una brutal presión el 4 de mayo a la Bancada de Diuputados de su Partido para que renuncien a la iniciativa. Todo en medio de un clima donde figuras de su Movimiento se han negado a votar la ley en el Senado y se agitan presuntos acuerdos secretos entre el Presidente y el Ministro de Defensa con los militares, en nombre de la "paz social", olvidando lo pasado y "mirando hacia delante".
El paso dado por Mujica es peligroso pues deja al Frente Amplio en una posición difícil, ya que hay importantes partidos que integran la coalición que no aceptan su interferencia en una cuestión que es programática para la organización.
Es un error más del Presidente que genera confusión acerca de sus intenciones políticas, cuando tiene un discurso para cada circunstancia, según el secotr social y el lugar que sea, a tal punto que se necesitarían poderes mágicos para encontrarle una línea coherente.
La posición de los partidos conservadores y los canales de televisión a sus órdenes, es clara si revisamos la historia. La burguesía necesita una "reserva militar estratégica" para utilizarla si las demandas sociales ponen en peligro sus privilegios. Colocan a las Fuerzas Armadas por encima del Estado como "tutora" de su seguridad.
Por ello, el poner a sus integrantes en el banquillo de los acusados es un atentado a su "honor" que incluye sus crímenes contra su conciudadanos "en defensa de la Patria".
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