Entre los meses de setiembre y octubre de 1933 Carlos Gardel cumple memorables presentaciones en el Uruguay. Comienzan en el teatro 18 de Julio, de Montevideo, para culminar con una gira por el interior del país que abarca localidades del litoral, como Salto, Paysandú y Mercedes, finalizando en San José. Las funciones en el 18 de Julio empiezan en los últimos días de setiembre y se extienden hasta los primeros días de octubre. Producen un tremendo impacto y dejan un recuerdo imborrable que aún hoy podemos seguir valorando a través de los comentarios de la prensa y de quienes disfrutaron de esas jornadas inolvidables.
A comienzos de octubre se producen tres sucesos especialmente relevantes. El día 5 se presenta en la residencia presidencial de Gabriel Terra para un recital privado. El Dr. Terra había encabezado, en marzo, un golpe de estado por lo cual la presencia allí de Gardel generó malestar en sus núcleos de amigos uruguayos. El tema es complejo y escapa a las posibilidades de análisis en una visión tan general como la que estamos desarrollando.
El 6 de octubre actúa ante los micrófonos de Radio Carve con un estudio totalmente desbordado en su capacidad por un público que interrumpe incluso el tránsito en la Avenida 18 de Julio. Clásicas fotografías de este acontecimiento se han divulgado en muchos materiales biográficos del artista.
Al día siguiente concurre al Hospital Fermín Ferreira y canta gratuitamente para los enfermos allí internados. Es interesante precisar que, para poder cumplir con este compromiso, voluntariamente asumido, rechazó un ofrecimiento del aristocrático Club Uruguay que implicaba la remuneración de una suma fabulosa para el momento. Corresponde aclarar que este selecto club era, en la época, punto de encuentro de lo más representativo de la alta clase social uruguaya.
Retorna el artista a Buenos Aires y otorga, ante escribano público, poder de representación y administración a quien ya estaba realizando en los hechos dicha tarea, Armando Defino.
En los últimos días de octubre vuelve a nuestro país y cumple con la gira anteriormente mencionada. En el Gran Hotel Concordia, de Salto, se puede visitar la habitación 32, en la cual se quedó el cantor, ya que se conserva ese lugar del hotel como un pequeño museo.
El 30 de octubre, en Montevideo y ante el escribano Carlos Busch Buero, firma la escritura de compra de los terrenos en Carrasco y otorga poder a Ricardo Bonapelch para la construcción de la lujosa vivienda que allí se proyectaba. Actualmente puede apreciarse ese magnífico chalé, sobre la calle Pablo Podestá, que su dueño nunca llegó a conocer. A muy pocas cuadras está la playa La mulata, también llamada, desde hace algunos años, Carlos Gardel. De sus paseos por ese lugar de la costa montevideana quedan los espléndidos testimonios fotográficos del célebre Archivo Caruso.
Nuevamente en Buenos Aires concreta sus últimas grabaciones, que ya comentamos en la nota anterior, y realiza el mismo día, 6 de noviembre, su despedida del público rioplatense a través de una presentación en la Radio Nacional de la capital argentina. Recordemos que, como ya lo mencionamos, el 7 de noviembre se embarca en el Conte Biancamano rumbo a Europa; lo acompañan Horacio Pettorossi, Alberto Castellano y el matrimonio Defino.
Desembarcan en Barcelona y desde allí se trasladan a París. Hay contactos con la filial francesa de la Paramount. Luego se embarca Gardel con Pettorossi y Castellano en viaje hacia Estados Unidos. Llegan el 27 de diciembre y el día 30 se produce su debut por la emisora National Broadcasting Corporation (N.B.C.)
El músico Terig Tucci, encargado de los arreglos orquestales de la N.B.C, ha dejado un valiosísimo relato de los 15 meses vividos allí por el cantor, en su libro Gardel en Nueva York
El 5 de marzo de 1934 se lleva a cabo una muy especial trasmisión radial. Gardel emite su canto por onda corta de la N.B.C. y los guitarristas lo acompañan desde Buenos Aires, instalados en los estudios de Radio Rivadavia. El cantor recibe la introducción y todo el acompañamiento de cada pieza a través de auriculares pudiiendo, de esa manera, sincronizar voz y guitarras que se emiten, unidas, por la Radio Splendid de Buenos Aires. Se puede apreciar, una vez más, que toda su carrera estuvo marcada por las más sorprendentes innovaciones.
En el mes de mayo filma su primera película norteamericana, Cuesta abajo. El papel protagónico femenino está a cargo de Mona Maris. Lo acompaña nuevamente Vicente Padula, entre otros actores y hay una fugaz aparición de Alfredo Le Pera. En un determinado momento Gardel baila con Mona Maris un tango de su autoría, junto con Le Pera, que nunca llegaría a grabar: Viejos tiempos. El argumento del film está a cargo de Alfredo Le Pera, autor también de los temas que se cantan (en todos la autoría musical es del propio Gardel) y que van integrando lo que sería el repertorio de mayor fama universal del artista: Amores de estudiante, Por tu boca roja, Criollita decí que sí, Cuesta abajo y Mi Buenos Aires querido.
En los últimos días de junio se da comienzo a la filmación de su segunda película: El tango en Broadway. En esta comedia vuelve a secundarlo Vicente Padula, desempeñando los primeros papeles femeninos Trini Ramos y Blanca Vischer. En la dirección, igual que en Cuesta abajo, está Luis Gasnier y el argumento, como la letra de las canciones, pertenece a Le Pera. Los temas interpretados son: Rubias de Nueva York, Golondrinas, Soledad y Caminito soleado.
Comienza su serie de grabaciones el los estudios de la empresa Víctor, de N. York. Registra allí, en dos sesiones del mes de julio y una de agosto, las canciones de las referidas películas más dos títulos que integrarán una producción posterior de la Paramount, conocida como Cazadores de estrellas (The big broadcast of 1935). Son ellos la canción criolla Apure delantero buey y el tango Amargura. Corresponde aclarar que el tango Por tu boca roja no fue llevado al disco.
Digamos que el 10 de agosto asiste el cantor al triunfal estreno de Cuesta abajo en el Teatro Campoamor, que, según palabras de Terig Tucci, ...tenía al avispero latinoamericano en pleno revuelo. Este autor nos deja una cálida y bien definida imagen de la jornada. A pesar de no poder compartir todos sus recuerdos, me resulta irresistible la tentación de despedirnos hoy evocando un breve fragmento de su narración: La aparición de Gardel en el palco cobró caracteres apoteósicos. El público, de pie, aplaudía frenético. (...) Hacer un relato de las innumerables interrupciones al final de cada canción, en que las explosiones de aplausos eran tan espontáneas, ruidosas e inevitables como un aluvión, sería punto menos que imposible. Una demostración seguía a otra, con el mismo entusiasmo, con igual vehemencia. La función, que debió terminar a las once, se prolongó hasta la una de la mañana. Hugo Indart URUGUAY
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