Los protagonistas de INPA

FERNANDO FADER

Adoraba recorrer la provincia de Córdoba en busca de paisajes, pero si encontraba una vaca...¡la pintaba! Por: Kary Rogés

Cruz del Eje, Córdoba, Argentina (INPA).- Pronto se cumplirán noventa años de un desplante artístico que estremeció a la comunidad de pintores en Buenos Aires y que se registró en el Cuarto Salón Nacional: Fernando Fader, tras ganar el Premio Adquisición, con "Los Mantones de Manila", lo rechazó por la baja tasación de que fue objeto. Fader, antes de finalizar la segunda década del siglo XX, vio que el cuadro - con una mujer desnuda, rodeada por tres más, que observa unos preciosos mantones filipinos-, fue comprado por el Museo Nacional de Bellas Artes, de Buenos Aires...¡con un mayor precio!

Pero, ¿quién era Fader?. Quien reivindicaría el arte argentino, nació en Burdeos, Francia, en 1882; y murió en esta provincia, en 1935.

Por aquí fue encontrando los paisajes y animales que derivó a sus obras, hoy altamente cotizadas.

Su infancia transcurrió en la provincia de Mendoza, donde sus progenitores alemanes llegaron en busca de mejores horizontes. Les fue muy bien y Fernandito pudo volver a Europa, pero a estudiar, no como emigrante en busca del pan.

Le fue magnífico, porque, de la mano del maestro Heinrich von Zügel, progresó; y la Academia de Munich le entregó una medalla de plata por su pintura "La comida de los cerdos".

Con los años, crearía "Paisaje", "Cerros de Plata", "La lavandera" y "El estanque viejo".

Fader, cuya producción se aleja del academicismo del momento, introduciendo elementos impresionistas, sostenía que "las raíces y nuestras fuerzas están en el cultivo de lo propio". Con ese ánimo, se integró al "Grupo Nexus", junto a Pío Collivadino (de tendencia realista), Justo Máximo Lynch (inclinado a la historia naval), Carlos Ripamonte, el escultor Arturo Dresco y otros. (INPA)

FERNANDO LAMAS

Fue uno de los latinoamericanos que emigró y que jamás volvió a su país, sin extrañar a la Argentina, el futbol o el tango Por: Raúl H. Riutor

North Hollywood, California, EE.UU- (INPA).- La estrella estadounidense, Esther Williams, y su esposo argentino, Fernando Lamas, llegaron ese atardecer del brazo a un acto de la organización "Nosotros", que fundara y dirigiera el astro cinematográfico mexicano, Ricardo Montalbán.

Pero los numerosos periodistas y fotógrafos que cubríamos en un lujoso hotel local, una entrega de premios anuales, pronto los separamos.

Y, mientras la protagonista de "Escuela de Sirenas" y "La Hija de Neptuno", fue rodeada por los representantes de la prensa escrita, radio y televisión, en inglés, nosotros rodeamos a Lamas, Montalbán y a Martin Scheen, de ascendencia mexicana.

Cuando fui presentado por el "gentleman" que siempre fue Montalbán, la primera reacción de Fernando Lamas fue la siguiente: "He tenido mala suerte con la prensa argentina. Me reprochan que nunca volví a Buenos Aires y que me he "agringado", olvidándome de todo lo argentino..."

No me animé a decirle inmediatamente que había gran parte de verdad en esos reclamos, pero se lo dije más tarde, a los postres de la espléndida cena, cuando tuvo el noble gesto de presentarme a Esther Williams, que estaba en la misma mesa que una grande del cine latinoamericano y mundial: María Félix.

Cuando Lamas decidió quedarse en estas latitudes, ya había filmado mucho en la Argentina, al lado de grandes figuras nacionales y extranjeras.

En "El tango vuelve a París", con el cantor Alberto Castillo en el papel protagónico, encarnó a un "rufián" que engaña a la bolerista mexicana Elvira Ríos. Y, en "Historia de una mala mujer", compartió cartel con otra mexicana, Dolores del Río.

Pero fue aquí donde su nombre se unió, artísticamente y con matrimonio, al de Arlene Dahl (madre, en 1958, de Lorenzo Lamas), Lauren Bacall, en "La viuda alegre", Elizabeth Taylor, "La dama y la ley" (The Girl Who Had Everything-1953) y, por supuesto, Esther Williams, en "Dangerous when wet".

Arlene Dahl se había divorciado de Lex Barker y se casó en 1954 con Lamas, cuando ambos estaban contratados por la productora Metro-Goldwyn-Mayer. El matrimonio duró hasta 1960.

Lamas era alto, buen nadador, buen jinete,había practicado esgrima, de manera que todo le sirvió para escalar posiciones en Hollywood. Y hasta llegó a personificar a un oficial mexicano durante la revolución en "100 rifles", acompañado por Raquel Welch.

El 8 de octubre pasado se cumplieron 21 años de su fallecimiento aquí; y el 9 de este mes, 89 de su nacimiento en Buenos Aires.

Si esa capital no vio el regreso de su triunfador en Hollywood, junto a las estrellas más famosas de entonces, si lo vio en la persona de Lorenzo Lamas, que cerró el círculo abierto por su padre cuando decidió, como tantos otros artistas de habla hispana, que aquí estaba su suerte, como realmente ocurrió. (INPA)

SABINA OLMOS

Llenó un capítulo del cine y el tango de oro en la Argentina, pero el olvido y la pobreza, la condujeron al suicidio Por: Raúl Riutor

Rosario, Santa Fé, Argentina.-(INPA).- La actriz y cancionista argentina Sabina Olmos tuvo su época de esplendor en las décadas del 40 y 50. Pero en la del 90 le fue tan mal económicamente, que decidió arrojarse a la calle desde el balcón de su humilde departamento en Buenos Aires; ciudad de sus triunfos de antaño.

Cuando un enviado de la televisión le preguntó a una vecina, al lado del pequeño cadáver cubierto con una frazada, la anciana le contestó:"Sabina estaba muy deprimida. No tenía dinero para las facturas de la luz y el gas. Le habían cortado el teléfono. Ya no salía a ningún lado".

Los jóvenes "porteños" se habrán preguntado esa noche "Sí, ¿pero quién era Sabina Olmos para que le den tanto espacio en la TV?" Los noticiarios les respondieron: había filmado exitosas películas con Héctor Palacios, Hugo del Carril, Florencio Parravicini, Santiago Arrieta, Sofía Bozán, Niní Marshall ("Catita"), Paulina Singerman y Mario Soffici. Algunos títulos de las tres docenas:"La rubia del camino", "Mujeres que trabajan", "Los apuros de Claudina", "La vida es un tango", "El casamiento de Chichilo", "Historia de una noche", "Carnaval de antaño", "Historia del 900 "

En "Carnaval de antaño", película en la que al final moría pobre, rechazada y atropellada en la calle, compartió cartel con Charlo (Juan Carlos Pérez de la Riestra), con quien estuvo casada entre 1952 y 1969.

En "Historia de una noche" era la pareja del actor español Pedro López Lagar, dirigida por Luis Saslasky.Este guión fue la base para que en Hollywood se hiciera otra versión, "Ángeles sobre Broadway", con Rita Hayworth y Douglas Fairbanks en los mismos papeles.

Cuando la entrevisté aquí, antes de una actuación veraniega, en un escenario al aire libre en la Avenida Pellegrini. su opinión sobre el cine nacional fue negativa:

"A partir de que dejamos de ocuparnos de los temas autóctonos, empezó la decadencia. Está bien copìar las técnicas de los Estados Unidos, Francia, Inglaterra, pero deberíamos abocarnos a la nuestro, como hacen México, España...Ahí están, como hitos, como grandes bloques en nuestra historia cinematográfica, "La guerra gaucha", "Prisioneros de la tierra", "Pampa bárbara","La cabalgata del circo", "Los muchachos de antes no usaban gomina", "Las aguas bajan turbias", "Los isleros" y tantas otras..."

Luego de nuestra charla informal en su camerino, Sabina Olmos salió al escenario donde cantó varios tangos y valses de sus grabaciones: "Nostalgias", "Yo no sé que me han hecho tus ojos", "Cantando", "Nada más" y su éxito de siempre, "Tres recuerdos", vals que dice: "Un perfume, una música y un beso / son recuerdos que nunca olvidaré"

Años después, en el "Teatro de la Ribera", en el barrio de La Boca, en Buenos Aires, la actriz y cantante trabajaba como empleada administrativa, junto al director Juan Carlos Thorry.

Me dijo: "Como ve, ya no canto más. No hay trabajo para nosotros.¿Charlo? Por ahí anda, también olvidado..."

Se llamaba Rosa Herminia Gómez y vivió del 4 de febrero de 1913 al 14 de enero de 1999, algunas veces exiliada o auto exiliada en México y Europa. Pero murió en Bueos Aires, donde su labor de premiada actriz eclipsó a la cancionista de folklore y tango que la había llevado a la fama. (INPA)

JULIAN CENTEYA

El poeta italiano fue una gran estrella de la noche de Buenos Aires y los cantores le pedían que hiciera un recitado en la primera parte de sus grabaciones Por: Malena Marturano

Buenos Aires.- (INPA) Pasan los años, pero parece que nadie ha podido ocupar el lugar del poeta Julian Centeya, en el mundillo arrabalero y en los círculos trasnochadores en esta capital del tango.

Amleto Vergiatti - ¡seguro que con ese nombre habría sido objeto de burlas!- llegó de Parma, Italia, prontito se autobautizó Julián Centeya y comenzó a frecuentar los rincones bravos de esta capital.

Los jóvenes hoy lo identifican apenas con un tango que siguen difundiendo las radios pese a su antigüedad: "La ví llegar". La poesía es de Centeya, la música del violinista Enrique Mario Francini.

Fue grabado primeramente por la orquesta de Miguel Caló con Raúl Iriarte en los versos. Luego lo hicieron Alberto Podestá, Raúl Berón, Roberto Rufino, Néstor Fabían, Guillermo Fernández y otros.

Le puso recitados a milongas que grabó Hugo del Carril y al tango "Café Domínguez", reducto milonguero de la Avenida Corrientes ya desaparecido.

Centeya murió en 1974 pero, 30 años después, su nombre se recuerda siempre en las tanguerías de Barracas, Palermo o Pompeya, barrio donde vivió gran parte de su vida.

Se convirtió en un maestro del lunfardo, el argot o slang argentino que figura en numerosos tangos y milongas y que se componen de giros italianos, portugueses, franceses o de hablar al revés.

Trabajó en radios, diarios y revistas tales como Democracia, Crítica, Ahora y fue "compinche" de los autores José María Contursi, Homero Manzi, Cátulo Castillo

Es autor del libro "La musa mistonga", que incluye poemas a Enrique Santos Discépolo y Aníbal Troilo, y de otro tango menos conocido que "La ví llegar": "Claudinette". (INPA).

© INPA

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