Carlos Gardel

El 20 de agosto de 1931 arriba al puerto de Buenos Aires el Conte Verde, a bordo del cual retornan al Río de la Plata Gardel y sus guitarristas Guillermo Barbieri y Ángel D. Riverol. Desde los primeros días de setiembre da comienzo a una intensa actividad con audiciones radiales, grabaciones y presentaciones teatrales.

El 1º de setiembre inicia las audiciones en Radio Casa América, en las cuales se integra un nuevo guitarrista, Julio Domingo Vivas, para recomponer el acompañamiento conformado por un trío de guitarras. En los programas, que se irradian los martes, jueves, sábados y domingos, participa el uruguayo Atilio Supparo, comediante, autor, poeta y destacado bailarín de tangos. El gran cantor grabó varios temas de este autor.

A partir del 3 de setiembre comienza las grabaciones que se prolongan hasta el 20 de octubre. En ellas deja registros con sus guitarristas (Julio Vivas inicia su labor con el tango “Anclao en París”), con el sexteto de Francisco Canaro y con la Jazz Gregor, celebrado conjunto dirigido por el músico franco-armenio Kalikian Gregor. Esta orquesta lo respalda en la grabación de cuatro temas cantados en francés (“Dejà”, “Folie”, “Madame, c’est vous” y “Je te dirai”). Ya vimos, en una nota anterior, que estas incursiones en otros idiomas generaban polémica. Pues bien, días antes de estos registros en francés, Gardel había grabado la canzoneta “Como se canta en Nápoles”, en dialecto napolitano. El estreno de este tema en el teatro Broadway motivó el enojo del periodista, crítico y poeta popular Carlos Raúl Muñoz y Pérez (“Carlos de la Púa” o “El malevo Muñoz”) que publicó en el diario Crítica una nota titulada “Che Carlitos... largá la canzoneta” reprochando al cantor, en duros términos, sus exploraciones en esas “gringadas” que le hacían “profanar las cosas nuestras”. De inmediato salió al cruce el propio Kalikian Gregor que, entrevistado por la revista La canción moderna, remarcó la condición de artista internacional a la que había llegado Gardel y la necesidad que esto le imponía de satisfacer las expectativas de muy diversos públicos. Destacó, especialmente y en forma detallada, los resonantes triunfos obtenidos por el artista en París señalando, además, que ello debía ser motivo de orgullo puesto que el cantor se convertía así “en el más eficaz embajador” de estas tierras.

Durante el mes de octubre cumple un ciclo de presentaciones en el teatro Artigas de Montevideo.

Después de este brevísimo período en Buenos Aires parte nuevamente Gardel en el Conte Rosso rumbo a Europa el 28 de octubre. En esta oportunidad no lo acompañan sus guitarristas ya que no son muy claros los planes del artista. Algunas biografías apuntan a la idea de unas vacaciones que intentaría tomarse el cantor pero, sin descartar esa posibilidad, hay muchos indicadores que llevan a pensar en la inseguridad que mostraba el presente y el futuro para el astro. La correspondencia que mantenía con Defino nos da algunas pistas. Recordemos que Armando Defino se encargaba de los asuntos económicos y artísticos de Gardel, sustituyendo a José Razzano, aunque todavía no lo hacía por medio de un contrato legal. Le dice Gardel en sus cartas: “...aquí estoy rebuscándomelas como puedo, pues hasta febrero no empiezan las producciones de films,...” Debemos insistir en la obsesión que tenía el cantante por filmar puesto que le había fascinado la experiencia y consideraba que era un logro muy importante para su carrera artística. También se ve lo confuso de su panorama económico, lleno de deudas y compromisos que lo atormentaban. Escribe a Defino: “...me dirás cuánto me falta para terminar mi hipoteca para juntar dinero otra vez,...” Obviamente, buenos contratos cinematográficos le reportarían excelentes dividendos. Pero tan difícil se presentaba la situación que, promediando el año, llegó a reservar pasaje para volver a Buenos Aires. En el mes de setiembre las cosas cambian radicalmente. Firma contrato con la Paramount y se van a ver cumplidos sus anhelos con la realización de tres películas: “Espérame”, “La casa es seria” y “Melodía de arrabal”.

Antes de comentar algunos puntos sobre estas producciones vamos a mencionar dos aspectos interesantes de esta etapa en la vida del artista.

El 25 de mayo de 1932 (25 de mayo es fecha patria en la Argentina) se emite un programa radial muy interesante. Desde Radio Colonial de París y retrasmitido por emisoras argentinas y por el Uruguay se conforma una programación con himnos, discursos de embajadores, interpretaciones de la orquesta de Manuel Pizarro y dos temas en la voz de Gardel: el tango “Mano a mano” y el estilo “Amargura”, vieja y hermosísima pieza que se encuentra dentro de las primeras grabaciones del año 1917 y de la cual hace, muchos años después, una memorable versión Azucena Maizani, una de las voces femeninas más exquisitas de la historia del tango.

El otro asunto tiene que ver con las grabaciones y es una demostración más de lo irregular de este período en la vida de Gardel. Frente al intenso trabajo de otros momentos en los estudios de grabación, en este año deja, solamente, 12 títulos registrados. Para estas jornadas, cumplidas en el mes de julio, el cantor se apoya en el acompañamiento de Juan Cruz Mateo, un pianista argentino recordado también por sus incursiones en el mundo de la pintura, el violinista catalán Joaquín Solsona y el guitarrista argentino Rafael Iriarte. Algunas versiones son con piano y violín y otras con piano y guitarra. Una de estas últimas es “El rosal”, de Matos Rodríguez, leit-motiv de la película “Las luces de Buenos Aires”. Digamos también que en la grabación del vals “Sueño de juventud”, de Enrique Santos Discépolo, se escucha, además de piano y violín, un vibráfono a cargo del músico Julio Aramendi. Algunos de estos títulos son nuevamente registrados por Gardel, en Buenos Aires, en enero de 1933, con el acompañamiento del cuarteto de guitarras conformado por Barbieri, Riverol, Vivas y Pettorossi. Ellos son: “Sueño querido”, “Mentiras” (la tonada salteña de Abad Reyes), “Aquellas cartas” y “Cara rota”.

En la próxima nota compartiremos reflexiones sobre las películas ya mencionadas.

Hugo Indart

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