TRUJILLO Y LA REPUBLICA DOMINICANA

Si tuviera al escritor peruano Mario Vargas Llosa frente a mí, le daría una y otra vez las gracias por recrearme a través de su libro "La Fiesta del Chivo", uno de los pasajes más controversiales y profundos de la historia de la República Dominicana, que comparte fronteras con Haití en la Isla La Hispaniola, segunda de las Antillas Mayores.

Su lectura me llevó a conocer la personalidad de Rafael Leónidas Trujillo, enmarcada dentro de treinta años de dictadura en un sinfín de abuso de poder, racismo y culto a su figura.Y dentro de todo el apogeo económico que vivió la República Dominicana, separada de los dictados de los Estados Unidos durante esa era.

Pero también me fui adentrando al clima de las décadas del 40 y 50, en donde aparecen personajes que cada vez me eran más familiares, sus nombres y sus acciones por derrocarlo. Así como las hermanas Mirabal y sus trágica muertes, representadas en la literatura y la cinematografía, en "Tiempo de las mariposas", de la escritora dominicana Julia Álvarez, actualmente radicada en los Estados Unidos.

Mi anfitriona, la doctora Morell, amiga de las Mirabal y clave dentro del movimiento de conspiración 14 de junio fue realmente una oportunidad de charlar y escuchar de voz propia la historia vivida, cuando a Santo Domingo le habían cambiado el nombre al de Ciudad Trujillo; y fue el revivir la leyenda. Tomar café en el Patio Español del Hotel Jaragua, caminar por la calle Máximo Gómez y la Avenida del Malecón George Washington, fue algo indescriptible, así como el recorrer los campos del Cibao, La Vega y sus pueblos, fue transportarme en el tiempo.

Por otra parte, el participar en una de las loables jornadas médicas-asistenciales para quienes envejecientes de la Asociación Shalom en un barrio humilde de la ciudad del Sector Caliche del Barrio Capotillo. Ahí tuve la oportunidad de conversar con dominicanos que vivieron, gozaron y sufrieron la dictadura de Trujillo.

Había mujeres que se persignaban con tan solo el hecho de preguntarles acerca de esa época. Sin embargo, algunos ancianos comentaban que fue lo mejor de su vida, cuando el peso tenía más valor que el dólar, cuando no había delincuencia ni drogadictos...Uno de ellos, don Luis, de unos 80 años de edad, me dijo:"Yo fui chofer del sobrino de Trujillo y fue la mejor época de mi vida".- Otro me dijo:"Trujillo era El Jefe, El Generalísimo, El Benefactor, El Padre de la Patria Nueva, Su Excelencia...Dios y Trujillo, el Redentor que el pueblo esperaba".

Gracias a la amable invitación de los directivos y alumnos del Instituto Tecnológico de Santo Domingo, realmente fue una experiencia inolvidable haber convivido una vez más con la gente de este hermano país del Caribe que tiene en su sangre lo mágico del nativo taíno, mezclado con lo aventurero del español, la fuerza de la raza negra y el garbo francés para dar lugar a una cultura criolla, alegre y viva en su color y en su hablar, indiscutiblemente cálida y con el sabor único del merengue y la bachata que incitan a bailar.

Eva Laura Castilleja

INPA

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