Carlos Gardel, parte V

En el párrafo final de la nota anterior hacíamos referencia a la actuación de Gardel en el teatro Opera de París. En primer lugar vamos a subsanar una involuntaria omisión ya que cuando hablamos de la fecha (5 de febrero) no mencionamos el año aunque por el transcurrir de los hechos puede haber quedado claro que estábamos en 1929. También vamos a insistir en la última información que comentamos, la separación de José Ricardo.

Este músico estuvo junto al astro algo más de 13 años. Conocido como “el guitarrista del pulgar potente” dejó muestras de sus condiciones de intérprete en grabaciones donde lo podemos apreciar nítidamente por ser el único acompañante del cantor, ya sea en la primera etapa, cuando aún no estaba Barbieri o en la serie discográfica de Barcelona, a fines de 1925 y comienzos del ´26 dado que de esa gira no participó Guillermo Barbieri. En esos registros se perciben con claridad sus potentes bordoneos. Se cuenta que Ricardo tenía la costumbre de practicarse fricciones con ajo en el dedo pulgar, afirmando que esto lo fortalecía.

También este guitarrista se desempeñó como compositor. Varios temas de su autoría fueron grabados por Gardel. Recordemos, por ejemplo, el célebre tango “Margot”, la hermosísima milonga “Un bailongo” o el clásico estilo “Pobre gallo bataraz”, entre otros. Es interesante señalar la estabilidad, la permanencia de los instrumentistas al lado del cantante; veremos que ocurre algo similar con Barbieri.

Promediando el mes de junio de 1929 arriba Gardel a Buenos Aires en el famoso transatlántico Conte Rosso. En notas periodísticas manifiesta su entusiasmo por los éxitos obtenidos en Europa. Es de destacar que hubo canciones típicamente criollas, como “El carretero”, de tal repercusión que la gente la tarareaba en la calle y las orquestas la interpretaban para saludar a Gardel cuando éste entraba a un cabaret.

Vuelve de inmediato el artista a los estudios de grabación. Reitera temas ya grabados en París, como “Haragán”, “Aquel tapado de armiño”, “Barrio viejo”, entre otros. Realiza presentaciones en Buenos Aires, audiciones radiales y actuaciones en Montevideo. El 31 de diciembre de 1929 ocurre un hecho singular. Razzano había dejado el canto, como ya vimos, varios años atrás pero en esta oportunidad vuelve a grabar con su antiguo compañero de dúo. Sobre este suceso ha circulado alguna anécdota que, junto a tantas otras, ha pasado a engrosar el enorme cúmulo de relatos, historias, leyendas que, a través de décadas, ha alimentado el culto a esta figura de perfiles incomparables. El recuerdo popular le dio un carácter repentista a este encuentro. Según se ha dicho Gardel iba rumbo al estudio de grabación cuando se cruzó con Razzano y, emocionado al evocar viejos tiempos, le propuso concurrir con él y volver a grabar juntos. Esto no parece muy lógico dado el rigor profesional del artista y todo el trabajo previo, de ensayos y demás, que supone una sesión de grabación. Lo cierto es que grabaron juntos, son los únicos registros del famoso dúo mediante el sistema eléctrico y así quedaron, documentando el acontecimiento, “Claveles mendocinos” y “Serrana impía”. Aclaremos que el primero de los títulos ya había sido grabado por el dueto, con el sistema acústico, en el año 1924 Recordemos también que durante este período, que se prolonga hasta comienzos del año 1930, los acompañamientos están a cargo de dos guitarras, Barbieri y Aguilar, por haberse apartado del conjunto José Ricardo.

Comienza Gardel el año 1930 realizando giras por el interior argentino, audiciones radiales y sesiones en los estudios de grabación. El 20 de marzo se incorpora a éstas un nuevo guitarrista, Ángel Domingo Riverol; recompone así el cantor un terceto de instrumentos para sus acompañamientos. Este hombre, fácilmente distinguible por su altura, era alguien que se caracterizaba por su personalidad bondadosa, padre de ocho hijos, alternaba su arte musical con la profesión de pintor y empapelador para poder cubrir su presupuesto. En las presentaciones del cantor solía hacer de anunciador de los temas. También fue compositor. El máximo cantor dejó en el disco cuatro temas de su inspiración: “Rosal de amor” (con Enrique Maroni), “Falsas promesas” (con Eugenio Cárdenas), “Trovas” (con Guillermo Barbieri) y “Mañanita de campo” (también con Eugenio Cárdenas).

En el mes de julio comienza una temporada en el teatro Artigas de Montevideo que se prolonga hasta los primeros días de agosto. En esos momentos se celebra en esta ciudad el primer campeonato mundial de fútbol. La clásica rivalidad de los dos equipos del Río de la Plata se encuentra en un punto álgido. Gardel visita la concentración uruguaya y la argentina y canta en ambas oportunidades. No asiste a la final; en ese instante, 30 de julio, estaba en Buenos Aires. De cualquier manera se produce malestar en el público argentino ya que ésta es una de las ocasiones en las que el cantor efectúa declaraciones a la prensa en las que reafirma su origen uruguayo. Digamos, además, que en la mencionada final triunfan los uruguayos.

En abril introduce el cantante otra novedad en sus acompañamientos. A las guitarras de Barbieri, Aguilar y Riverol agrega el piano de quien fuera después un muy popular director de orquesta: Rodolfo Biagi, conocido como “Manos brujas” y el violín de Antonio Rodio. Con ese marco musical registra “Viejo smocking”, “Aquellas farras”, “Buenos Aires”, “Yo nací para ti, tú serás para mí” y “Aromas del Cairo”.

Durante los meses de octubre y noviembre de 1930 se produce el segundo encuentro del cantor con el cine. Se realizaban en Buenos Aires los primeros intentos, las primeras pruebas que llevarían a concretar las producciones del cine sonoro. Gardel es invitado a participar en la filmación de 15 “cortos” bajo la dirección de Eduardo Morera. Con cámara fija se filmaba la interpretación de un tema por parte del cantor. Diez de estas muestras habían sido recuperadas y circulaban en el mundo del video. Hace pocos años apareció otro registro en el que el cantor interpreta el tango “El quinielero”, de los autores uruguayos Luis Clouzeau Mortet y Roberto Aubriot Barboza. El artista incomparable sigue sorprendiéndonos con novedades. Estos materiales son altamente disfrutables y representan un valiosísimo documento por varios motivos. En ellos, por ejemplo, apreciamos al cantor tal como se presentaba en sus recitales, sentado con su guitarra y los acompañantes detrás. Vemos su manejo (simple) de la guitarra que se aprecia, especialmente, en los rasguidos con que acompaña las introducciones de los temas. Están también los tres guitarristas (aunque a veces aparecen dos e, incluso, Gardel solo) que lo acompañaron en la gira fatal: Barbieri, Aguilar y Riverol. Aparecen músicos y autores con quienes el cantor dialoga antes de las interpretaciones. Conversa, por ejemplo, con Enrique Santos Discépolo, con Celedonio Esteban Flores, con Francisco Canaro, con Arturo de Nava. Cuando interpreta, de éste último, “El carretero”, se ve la particular manera de silbar que lo caracterizaba, dejando los labios en tal posición que le permitía sonreir. Hay, además, una escena en la que actúa Gardel junto a Inés Murray y César Fiaschi siguiendo un texto que da lugar a su interpretación del tango “Viejo smocking”.

El 5 de diciembre de 1930 cumple una jornada en los estudios Odeón en la que deja grabados cuatro temas memorables con el acompañamiento del sexteto de Francisco Canaro: “La mariposa” (tango), “Rosa de otoño” (vals), “Senda florida” (tango) y “Viejo rincón” (tango).

Al día siguiente se embarca nuevamente rumbo a Francia en el vapor Conte Rosso. En el próximo encuentro comentaremos este viaje. Hugo Indart

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