Ahora, el tlc con ee.uu. está en la agenda
En un comentario anterior que hicimos en Pravda, decíamos que por ahora, el Tratado de Libre Comercio de Uruguay con Estados Unidos no está en la agenda del gobierno. Nos basábamos en declaraciones expresas del Presidente Tabaré Vázquez y del Ministro de Relaciones Exteriores, Reinaldo Gargano. Sin embargo, ahora lo podemos comprobar, eran señales diversionistas esperando la oportunidad, la que se ha dado con el efusivo encuentro de Vázquez y Bush, en la Casa Blanca , el 4 de mayo.
Para el presidente uruguayo era necesario, previamente, preparar a la opinión pública del Frente Amplio. Una indiscreción del Ministro de Economía, Danilo Astori, en un reportaje que le hizo el semanario Búsqueda, en diciembre, a poco de aprobado por el Poder Legislativo el Tratado de Protección de Inversiones Recíprocas con EE.UU., reveló que el próximo paso del gobierno era la firma de un Tratado de Libre Comercio con el poderoso país del norte.
Estas declaraciones pusieron en aprieto al gobierno, que había iniciado contactos para impulsar este acuerdo, a nivel diplomático, al que se agregaba el Ministro de Industrias y Energía, Jorge Lepra, un ex gerente de la empresa norteamericana Texaco, que no tenía actividad política conocida y menos en el Frente Amplio, y que fue colocado en ese lugar para mayúscula sorpresa de los frenteamplistas que no atinaban a encontrar una explicación. Pues, ahora la tenemos.
Para neutralizar el impacto de la revelación de Astori, y luego de una acalorada reunión del Consejo de Ministros, el Canciller Gargano, quien subrayó que era el único autorizado por el presidente para hablar de este asunto- dijo a la prensa que el jefe de Estado tenía dos Biblias: la Constitución de la República y el programa de gobierno del Frente Amplio.
La primera Biblia nuestra Constitución- expresa en el segundo párrafo del artículo 6º: La República procurará la integración social y económica de los Estados Latinoamericanos, especialmente en lo que se refiere a la defensa común de sus productos y materias primas. Asimismo, propenderá a la efectiva complementación de sus servicios públicos. Por otra parte, el programa es categórico al rechazar el Área de Libre Comercio de las Américas, propuesta por Estados Unidos a todo el continente y que, ante su fracaso, la Casa Blanca decidió impulsar a través de acuerdos comerciales bilaterales, con el mismo formato.
En diciembre del 2005, no existía el diferendo con Argentina por la instalación de las plantas de celulosa y el vuelco de sus desechos contaminantes en el Río Uruguay que es la frontera occidental del país, limítrofe con aquel país. El bloqueo de lo puentes por los ambientalistas de la Provincia de Entre Ríos, ocurrió seis semanas después de las declaraciones de Astori a Búsqueda.
Esta actitud de los ambientalistas, al bloquear el comercio y el movimiento de personas, que era notoriamente violatoria del Tratado del MERCOSUR, le dio al gobierno uruguayo el pretexto que necesitaba y que no se atrevía a plantear abiertamente: ratificar y ampliar la estrecha alianza estratégica que había establecido el entonces Presidente Jorge Batlle con EE.UU. cuyo objetivo final era un TLC con este país y un alejamiento, violando la Constitución , de la unión aduanera regional.
El encuentro presidencial de Washington, tuvo dos aristas: una económica y otra política. No escapó a los observadores que ésta fue más importante que la primera. Bush no escatimó elogios a los pasos que está dando su visitante para estrechar los lazos con Estados Unidos. Y la Secretaria de Estado, Condoleezza Rice, el día anterior, afirmó en su discurso pronunciado en el Consejo de las Américas que Estados Unidos quiere ser un buen socio de Uruguay, mientras que el Subsecretario de Estado, para América Latina, Tom Shannon, destacó a Uruguay como uno de los "socios estratégicos" de Washington para combatir el populismo impulsado por Bolivia, Venezuela y Perú.
Naturalmente, que a Estados Unidos lo que le interesa es el sometimiento económico de América Latina a la que siempre ha considerado, desde tiempos de Monroe, su patio trasero. En épocas de Reagan y de la Unión Soviética , la representante de Washington en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas estableció una distinción entre las dictaduras impuestas por Estados Unidos como la de Brasil, Chile y Uruguay y las que tenían un carácter antiimperialista. A las primeras, las denominó gobiernos autoritarios que habían llegado para salvar a la democracia del peligro comunista.
Como el Presidente Tabaré Vázquez tiene que explicar su histórica voltereta en la compleja interna del Frente Amplio, se cuidó muy bien de no mencionar las palabras Tratado de Libre Comercio que es el Tratado entre el Tiburón y las Sardinas, como lo calificaría Miguel Angel Asturias- sino de ampliación de los lazos comerciales, exponiendo las ventajas que tendría para Uruguay el aumento del volumen de las exportaciones a ese país. Pero como el Tratado es recíproco, nada dice sobre las ventajas comerciales que Uruguay le otorgará al gran tiburón.
Y aquí entra el problema del MERCOSUR pues Uruguay se comprometió a que una negociación comercial que otorgue ventajas a un país ajeno al bloque regional, debe ser abordada colectivamente, según la fórmula que hace dos meses repetía el Canciller Gargano, de 4+1 y que no sabemos, a esta altura, si la seguirá repitiendo. Lo que quedó claro fue la posición de Vázquez, 48 horas antes, al manifestar que si los otros socios del bloque objetaban el acuerdo comercial con EE.UU., Uruguay se retiraba de la organización.
El estrechamiento de relaciones políticas del gobierno uruguayo a Estados Unidos, en un momento en que el imperio desarrolla una política global hegemónica, derribando gobiernos que se han atrevido a rechazar sus imposiciones, violando todo el derecho internacional y haciendo escarnio de los derechos humanos, aun dentro de su territorio; que mantiene un bloqueo económico implacable de Cuba, un país hermano muy querido por los uruguayos por su heroica y ejemplar lucha, y que organizó un golpe de Estado contra el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, electo en tres oportunidades por una aplastante mayoría de ciudadanos y del que dicen altos funcionarios cercanos a Bush que la única manera de librarse de él es asesinándolo; una relación de estas características, que niega toda la historia del Frente Amplio, será muy difícil de aceptar por el movimiento obrero organizado y por socialistas y comunistas, que constituyen el núcleo duro y auténtico fundacional de la fuerza política que llevó a Tabaré Vázquez al gobierno.
Ruiz Pereyra Faget
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