Ladrões com pistolas de colar branco

Ladrones con pistolas o de "cuello blanco"

Al cumplirse el 105 aniversario del nacimiento del ladrón de bancos John Dillinger, persiste la duda de si realmente fue abatido por el FBI y la creencia de que sus hazañas, y las de otros delincuentes, inspiraron a otros estadounidenses durante todo el siglo XX.

Por: Úrsula Wyngaard

Chicago, Illinois, EE.UU. (INPA) Estados Unidos aparece hoy como el líder en la Tierra y en el Espacio. Pero, así como sobresale en las ciencias, deportes, artes, industrias, agricultura y acumulación de capitales, también se destaca por hacer del crimen una fuente de ingresos, que en otros países no puede usarse, sencillamente, por la inexistencia de grandes nombres taquilleros del delito.

Cuando se anunció recientemente en Hollywood que el actor Johnny Depp encarnaría al ladrón de bancos John Dillinger, en "Enemigos Públicos", una película de Michael Mann, basada en la novela "Public Enemies", de Brian Burrough, volvieron a recordarse otros nombres nefastos de la delincuencia nacional armada, entre ellos John Torrio, Al Capone, "Pretty Boy" Floyd, "Baby Face" Nelson, Homer van Meter, Russel Clark, Harry Pierpoint, Charlie Makley...

El próximo 22 de julio se cumplirán 74 años desde que Dillinger cayera abatido aquí a tiros en la vereda del "Biograph Theater". Acababa de cumplir 31 años de edad. ¡Y ya era el "Enemigo Público No. 1", según la Oficina Federal de Investigaciones que dirigía el legendario sabueso Edgar Hoover!

Como tanto en las buenas o malas anécdotas, las mujeres siempre estamos presentes, en esta encerrona a Dillinger, que ya gastaba bigotes para disimular, en medio de la tenaz persecución, estuvo la traicionera "Madama" de prostíbulos Anna Sage (o "La Dama de Rojo") que habría usado ese color, como contraseña para delatar a Dillinger.

Películas, series televisivas, libros, revistas, y hasta canciones, a través de todo el siglo XX, nos dieron historias sobre ladrones, homicidas, malhechores, estafadores, raptores y secuestradores, violadores, etc., moviendo enormes capitales, generando riquezas y otorgando fama a quienes interpretaron a esas flores negras de los albañales de Estados Unidos.

A partir de un año de la renuncia, en 1974, del presidente Richard Nixon - al descubrirse que espiaba a la oposición y defraudaba al fisco en sus declaraciones de impuestos-, comenzaron a publicarse numerosos libros sobre esas variadas trapisondas en el seno del poder, identificadas más tarde, como "El Caso Watergate". Antes, el vicepresidente Spiro Agnew, había renunciado luego de saberse que estaba comprometido en asuntos de corrupción o soborno. Algunos los escribieron los mismos integrantes del equipo de la Casa Blanca, que se quedaron sin esos sueldos, y con sus nombres embarrados, pero con mayores ganancias para solazarse en "La Dolce Vita".

Así lo hizo Capone, el ex preso de Alcatraz millonario, en su mansión de Palm Island, en Florida, hasta que murió en 1947. Rod Steiger y Robert de Niro, lo personificaron en el cine poniendo más dólares en sus bolsillos. En 1945 se conoció "Dillinger", protagonizada por Lawrence Tierney. Y en 1973, se estrenó otra película "Dillinger", con John Martino, acompañado por Richard Dreyfuss.

Ahora bien: al igual que en el asesinato del presidente John F. Kennedy, en Dallas, Texas, en 1963, del cual no se sabe toda la verdad y generó fortunas en la literatura y la cinematografía, en la muerte de Dillinger hay una inquietante "vuelta de tuerca".

Jay Robert Nash, autor del libro "Cartas sangrientas y hombres malos", arguye que no era Dillinger el hombre que cayó bajo las balas del FBI: ¡era un doble! La tesis de Nash es muy simple: Dillinger, un hombre joven, ágil, despierto, seguramente habría desenfundado su arma calibre 38 para liquidar, por lo menos, a uno o dos agentes federales. Además, con once años de experiencia en la criminalidad, difícilmente - según Nash-, Dillinger pudo ser engañado por aquella extranjera veleidosa Anne Sage (¿era su nombre?) que se prestó para la emboscada al gangster y así evitar ser deportada.

¿Quién armo la tramoya?¿Hoover, que no podía detener al peligroso Dillinger?

Tres décadas después, al rebelarse los datos de la autopsia, se supo que el occiso tenía ojos color café.

Pero los ojos, siempre bien abiertos, de Dillinger, el bandido que nació en Indianapolis el 22 de junio de 1903...¡eran azules! (INPA)

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Author`s name Timothy Bancroft-Hinchey
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