Tabaré Vazquez: Falta de clara direcção estratégica

O Governo da Frente Ampla-Encontro Progresista, presidido pelo Dr. Tabaré Vázquez termina os seus primeiros 22 meses de gestão, onde exibe aspectos pontuais positivos em algumas áreas mas tem faltado uma linha estratégica clara relativamente à sua inserção no mundo nas próximas décadas.

Falta de clara dirección estratégica

El gobierno del Frente Amplio-Encuentro Progresista, presidido por el Doctor Tabaré Vázquez cierra sus primeros 22 meses de gestión donde exhibe aspectos puntuales positivos en algunas áreas pero ha carecido de una línea estratégica clara en cuanto a su inserción en el mundo de las próximas décadas.

En el terreno económico, ha mantenido una economía totalmente abierta, comercial y financiera, pese a un endeudamiento externo equivalente al 81% de su Producto Bruto Interno y el objetivo que se ha propuesto es alcanzar una relación del 60% en marzo del 2010. Ello le obliga a mantener un estricto equilibrio de sus cuentas internas y externas –presupuesto y balanza de cuenta corriente- para lo cual sus herramientas de política económica han sido: severidad en los gastos de inversión (con recursos del ahorro nacional) y salarios, restricción de la cantidad de moneda y el crédito (fortaleciendo el peso frente al dólar, para que el costo de la deuda sea menor) y la reforma tributaria para consolidar, aumentándolos, los ingresos fiscales.

Esta política macroeconómica ha dado resultados positivos al mantener la inflación bajo control y ser propicia para la inversión extranjera, única apuesta del gobierno para el crecimiento del PIB. No obstante, pocos efectos ha tenido en la reducción de la desocupación, en la disminución del alto nivel de pobreza de la población (apenas mitigado por el Plan de Emergencia), en la continua emigración de jóvenes a otros países, especialmente de Europa, y en la solución del endeudamiento de amplios sectores sociales.

El gobierno tenía, para salir del atolladero que le dejó el Presidente Jorge Batlle, dos caminos, dictados por el sentido común: reducir las obligaciones de la deuda exerna a niveles compatibles con la inversión estatal y el fortalecimiento de sus vínculos con el MERCOSUR y Latinoamérica. Ambos senderos estratégicos, vitales para un desarrollo independiente de Uruguay no han sido utilizados. El primero, por la voluntad del gobierno frenteamplista de cumplir con las obligaciones financieras contraídas por Batlle, y el segundo, también vinculado a la anterior, por la dependencia de las exportaciones de carne del mercado norteamericano.

Esta dependencia comercial, ha sido utilizada por el Estados Unidos para presionar la firma de un Tratado de Libre Comercio -política en la que está empeñada la Casa Blanca para destruir la integración latinoamericana- que significaba otorgar al país del norte los privilegios arancelarios que le concede a Uruguay el Tratado del MERCOSUR. Esta posibilidad, como es natural, cuenta con la oposición radical de Brasil y Argentina que son los artífices del Tratado de Asunción, junto ahora con Venezuela y Bolivia.

El problema suscitado por la instalación de la Planta de Celulosa en la ribera uruguaya del Río Uruguay, limítrofe con Argentina, es la cortina de humo que le ha permitido al gobierno frenteamplista –con la ayuda de los ambientalistas de Gualeguaychú y el bloqueo de los puentes- para atacar la inoperancia del Mercosur y alfombrar el camino para un TLC con Estados Unidos y, de este modo, asegurar la estabilidad de su balanza comercial.

Las urgencias de sus obligaciones financieras y la necesidad de “prenderse de cualquier cabo” han llevado al gobierno del Frente Amplio a abandonar el rumbo estratégico correcto de su programa histórico que es la liberación nacional del yugo imperialista, buscando una alianza típica entre el “tiburón y las sardinas”.

En el gabinete se han manifestado posiciones divergentes sobre esta materia pero las reiteradas declaraciones del Ministro de Economía, Danilo Astori, un “ex radical”, y el Ministro de Industrias, Jorge Lepra –el hombre de la Casa Blanca en el gobierno- así como las expresiones a menudo confusas del Presidente Tabaré Vázquez, permiten comprobar que la línea de una alianza con el imperialismo, es fuerte.

Como el tiempo apremia, la definición sobre uno u otro camino, es inexorable. Y de su resolución final, dependerá el papel que le corresponderá a Uruguay en el mundo multipolar que se avecina: un estado tapón cuya función hoy es atar su destino al imperialismo dominante, como ayer fue del imperialismo inglés, o integrarse a un continente que se niega a ser reserva estratégica del amo norteamericano.

Ruiz Pereyra Faget

Uruguai

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Author`s name Timothy Bancroft-Hinchey
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