Meteoritos argentinos "For Export"

Por: Griselda Toledo

Buenos Aires (INPA) La Casa Rosada, sede del gobierno nacional, el Ministerio del Interior y las gobernaciones de las provincias de Santiago del Estero y el Chaco, mostraron escepticismo de que sean argentinos los meteoritos que se ven, ofrecen, subastan y coleccionan en el extranjero, mientras que aquí despiertan poco interés y nada de preocupación, pese a que pueden ser mortíferos.

La principal "mina" argentina de estos fragmentos de material sólido (metálico o lítico) procedentes de los espacios intersiderales que caen a la tierra, está en la zona denominada "Campo del Cielo", que se halla entre aquellas dos provincias norteñas.

En esa otrora inhóspita región del Gran Chaco, cálida, semiárida y de tierras bajas, cayeron, en una época indefinida, varios trozos de algún objeto perdido que acabó impactando contra esa atmósfera.

Los primeros visitantes en la maraña del bosque se toparon con más de una docena de meteoritos de diversos tamaños, todos de hierro y níquel, entre ellos, el bautizado como "Chaco", de casi 34 toneladas, el mayor caído jamás en la Argentina y el tercero en el mundo por su magnitud, según los técnicos. "Hoba", el meteorito más grande, dicen, cayó en Namibia y pesa 54 toneladas.

La pregunta, sin respuesta oficial aún, es si es de esas cercanías fue el meteorito que se vendió este año en los Estados Unidos y cómo y porqué fue sacado de la Argentina para comercializarlo.

A mediados de abril pasado, la firma Bonhams, de Nueva Nork, organizó un remate en la que el "cascote cósmico criollo", una masa de hierro de 161 kilos, se vendió en 91.375 dólares a un coleccionista no identificado y privado de California. Otras ofertas, en aquella jornada, fueron un fósil de México y un raro pedazo de la Luna, aunque sin certificación de la NASA, la agencia espacial de los Estados Unidos.

Thomas Lindgren, director del Departamento de Historia Natural de Bonhams, declaró luego que la pieza llegada del Sur de América - no precisó en qué forma-, provenía del cinturón de asteroides ubicados entre Marte y Júpiter. Y aquí en la Tierra, ¿cómo pasó por las aduanas en estos tiempos de tanto control en los aeropuertos?

Y se alegró: "Los meteoritos se aprecian cada vez más por su belleza y es por eso que sus precios están subiendo al nivel de los objetos de arte".¡ Y las galerías de ese rubro incrementan sus ganancias!

Se ha explicado que si un meteorito es un proyectil que vuela por el espació, un asteroide circula en órbitas, como los planetas, y puede medir varios cientos de kilómetros. "Ceres", tan grande como Francia, está considerado como el mayor de todos: si cayera aquí, se calcula, destruiría la mitad de este país de cuatro millones de kilómetros cuadrados.

Si resulta cierta una advertencia que a fines del siglo XX llegó desde Londres, los rematadores de objetos raros espaciales tendrán más "stocks". ¡Si todavía siguen vivos!.

Harry Atkinson, del Consejo de la Agencia Espacial Europea, señaló en septiembre de 2000: "Solamente en este mes, tres meteoritos muy grandes pasaron relativamente cerca de la Tierra".

Y en mayo de 1989, un asteroide pasó por un lugar donde, horas antes, había estado la Tierra. Se informó que medía como un transatlántico y volaba a 74.000 kilómetros por hora. Un choque equivalía a una guerra atómica no apta para rematadores de meteoritos, seguramente ya liquidados por las tinieblas absolutas.

Señaló en esta capital el profesor universitario Eitel H. Lauria, autor del libro "Ciencia y Tecnología de cara al siglo XXI": Deben esperarse colisiones entre la Tierra y objetos del espacio y los daños pueden ser locales, regionales o globales.".

Y añadió el siguiente espanto: "En ese último caso, las consecuencias son apocalíticas...".

INPA

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Author`s name Timothy Bancroft-Hinchey