Lo mal que viven los gringos
A pesar de ser la primera economía mundial, EEUU no ofrece a sus ciudadanos ni universidades gratuitas ni cobertura sanitaria universal
Estados Unidos es el país más rico de Occidente. Entonces, ¿por qué no se para de hablar de lo mal que viven los estadounidenses? ¿Resentimiento? ¿Antiamericanismo? Porque, ¿cómo se puede decir que se vive mal en un país cuyo PIB per capita es de 33.910 euros, frente a los 24.290 de España?
En realidad, la explicación está en una frase de Winston Churchill: «Sólo creo en las estadísticas que yo mismo he falsificado». No es que EEUU falsifique esos datos. Pero sí mide las cosas de forma diferente.
Por ejemplo, el crecimiento económico. Las estadísticas estadounidenses aplican los llamados precios hedónicos, es decir, computan las mejoras de la calidad en los productos, lo que redunda en un mayor crecimiento.
Además, utilizan los precios hedónicos en el software, donde constantemente se desarrollan nuevos sistemas con más capacidades, y no en la agricultura, en la que la mejora de la calidad es casi nula (el pan de 2008 es más o menos igual de nutritivo que el de 1908).
Si España aplicara ese sistema, el PIB crecería un 0,75% más de lo que hace, según dijo en el año 2003 el entonces gobernador del Banco de España y actual director del Departamento de Asuntos Monetarios del FMI, Angel Caruana, En otras palabras: el crecimiento del año pasado no habría sido del 3,7%, sino del 4,5%.
Pero no sólo está cómo mides. También qué mides. Otro ejemplo: la sanidad, en EEUU, sólo supone el 6% del IPC, es decir, de la inflación. Pero es el 16% del PIB, o sea, del crecimiento económico. En otras palabras: lo que pagan los americanos por sus seguros médicos, apenas incide en el índice de precios; pero las mejoras tecnológicas en ese sector, en el que hay avances constantes, suponen la séptima parte de la economía.
El caso del desempleo
Lo mismo pasa con el desempleo. EEUU tiene un paro muy bajo, porque en sus estadísticas sólo aparecen las personas que se registran como desempleados en el Departamento de Trabajo. Estadísticas como la Encuesta de Población Activa (EPA) española serían consideradas un acto de masoquismo colectivo en Estados Unidos.
Eso tal vez explique que un 85% de los estadounidenses opine que su país «va en la dirección equivocada». Porque cuestiones de la vida cotidiana, como la salud o la educación, son una pesadilla para los habitantes de la primera economía mundial.
Por ejemplo, no hay universidades gratis. En una universidad pública, la matrícula cuesta, en promedio, 6.000 dólares (4.600 euros). Si alguien cursa todos sus estudios en alguna gran Universidad, tipo Harvard o Chicago, y hace un posgrado, la factura ascenderá a unos 225.000 euros salvo que consiga una beca.
Con semejantes cifras no es de extrañar que el estudiante medio de Medicina termine los estudios con una deuda de 80.000 euros.
Lo mismo pasa con la sanidad. Estados Unidos sólo tiene cobertura sanitaria pública para las personas de rentas bajas (de quienes se espera, en todo caso, que paguen los servicios médicos que reciben). Eso hace que los estadounidenses deban recurrir a pólizas privadas. La más barata no baja de los 200 dólares al mes, aunque normalmente rondan los 500-800 dólares. En la mayor parte de los casos, sin embargo, en torno al 80% de esa cantidad corre a cargo de las empresas, aunque éstas están empezando a no ofrecer el seguro medico a sus nuevos empleados porque los costes de los seguros se están disparando.
Claro que esas pólizas sólo cubren alrededor de un 85% de los costes de las visitas al médico y de los tratamientos, incluyendo estancias en hospitales. Y eso -en un país en el que una apendicitis puede salir por 8.000 euros, y un parto por entre 13.000 y 25.000- significa que al final el paciente acaba pagando sumas considerables, que en estos ejemplos oscilan entre 1.200 y 3.750 euros.
Además, cuando una persona pierde el empleo, pierde el seguro médico. Y el plan de salud más barato no sale por menos de 150 dólares al mes, una cifra que puede ser insostenible cuando se tiene en cuenta que el parado medio percibe unos 1.000 dólares de subsidio.
Vivir en Estados Unidos, así pues, es mucho más difícil de lo que sugieren las estadísticas.
Pablo Pardo
El Mundo
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