El Presidente Tabaré Vázquez y el Presidente Bush acordaron una nueva estrategia para llegar a un Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Uruguay y Estados Unidos. Desecharon la vía rápida, que proponía la Casa Blanca, y eligieron un camino intermedio de gradual aproximación al objetivo final. Por ahora será un marco de negociación de comercio, dejando otros aspectos del formato presentado por Estados Unidos similar al TlC firmado con Perú- que incluían los temas de servicios, patentes, compras gubernamentales, y lo más delicado e inaceptable para los otros países del Mercosur, el tratamiento a la potencia del norte del privilegio de nación más favorecida, como los países de la Unión Aduanera Regional.
En su declaración a los ministros, el 28 de setiembre, Vázquez argumentó que, para Uruguay, era imposible adoptar la vía rápida para la aprobación de un Tratado que, en otros países había llevado muchos meses, y que Estados Unidos había aceptado sus explicaciones, decidiendo ambos gobiernos avanzar a través de la negociación de otros Tratados que ha celebrado la nación del norte con otros países limitados a las áreas de comercio e inversiones.
En tal sentido, señaló que las conversaciones que iniciaría el 2 de octubre la Comisión Bilateral de ambos gobiernos, trabajarían en esa dirección.
Al llegar hoy, a la reunión de esta Comisión, el ministro de Economía, Danilo Astori expresó: Este acuerdo marco significa una instancia de mayor importancia, de mayor jerarquía. Y, en él vamos a trabajar para seguir avanzando en lo que siempre fue el objetivo, que es profundizar nuestra relación comercial con los Estados Unidos, lo cual viene a agregarse al Tratado de Protección y Promoción de Inversiones que ya tenemos y que nos permitirá a los uruguayos, seguramente, aprovechar mejor nuestra relación con los Estados Unidos.
Los analistas independientes, atribuyen el cambio de actitud de Vázquez que hace pocos días había manifestado su intención de firmar un TLC con Estados Unidos- a la firme oposición de Brasil y Argentina, principales socios del Mercosur y al minoritario respaldo encontrado en su fuerza política, el Frente Amplio.
El importante diario argentino, Clarín, dijo el día 30 que el vicecanciller brasileño, Samuel Pinheiro Guimaraes había viajado a Buenos Aires y había acordado con el canciller argentino, Jorge Taiana, comunicar a Uruguay su separación del bloque si firmaba el TLC. Ambos diplomáticos trabajaron sobre la premisa de que no se podía dar vía libre a Uruguay para que firmara un TLC con Washington, que al fin y al cabo sería un calco de los que EEUU ya ha firmado con otros países del hemisferio, y que en este caso atentaría contra la integridad del bloque del Cono Sur. En consecuencia, según Clarín, brasileños y argentinos evaluaban rechazar de plano cualquier posibilidad de permanencia de Uruguay en el Mercosur en caso de que firmara un acuerdo de libre comercio individual con EEUU, lo que según una decisión del Consejo del Mercado Común del Sur es técnicamente imposible.
Esta imposibilidad técnica, dentro de una Unión Aduanera, había sido admitida por la Comisión Interministerial para Asuntos de Comercio Exterior designada por el gobierno- que en su informe elevado al presidente Vázquez -y que éste presentó a los dirigentes de la oposición, el 21 de agosto-, había expresado: el tratamiento de nación más favorecida a Estados Unidos será rechazada por el Mercosur.
El problema que tiene el gobierno uruguayo, pues, es la opción excluyente entre un TLC con EEUU y su permanencia en el Mercosur. Para Washington, su objetivo es claro: debilitar al bloque regional y el proceso de integración sudamericana el que, al desarrollarse, le quita a nuestro sub continente, su papel histórico de reserva estratégica del imperialismo yanqui.
Para el gobierno uruguayo de centro-izquierda más de centro que de izquierda- el TLC le permite la colocación segura de determinadas exportaciones por ahora sólo carne vacuna- en el mercado norteamericano lo que le proporcionaría mayor tranquilidad a su precaria estabilidad macroeconómica y a las obligaciones de su voluminosa deuda externa. Pero ¿cuál sería el negocio para Uruguay si a cambio de la venta de carne degravada a Estados Unidos perdía su comercio y sus servicios con Argentina y Brasil?
Si esta es la disyuntiva, la suerte de un TLC estaría echada y el nuevo Tratado Marco, para Uruguay, que discutirá la Comisión Bilateral Uruguayo-Estadounidense, sería una forma más o menos elegante de salir del impasse lo que no quiere decir que tiene el mismo significado para Washington ya que no se va a rendir, teniendo poderosas cartas en la manga, ante un pequeñísimo país que, además, ha perdido gran parte de su soberanía y de su dignidad.
La oligarquía vacuna uruguaya que históricamente ha manejado el país y le ha traído todas las dictaduras cuando les eran necesarias- veía con grandes esperanzas este Tratado que le permitiría ingresar 100 millones de dólares más a sus arcas por la eliminación de aranceles. De ahí la reacción histérica de la Asociación Rural y de sus testaferros políticos, ante el fracaso de una negociación que, en su momento, no se atrevieron a realizar, entregando esa tarea a un nuevo y vacilante gobierno.
A esta oligarquía no le importaba como no le importó nunca- lo que iba a pasar con la industria manufacturera, con la fabricación de auto-partes, con las pequeñas y medianas empresas, con los monopolios estatales de refinación - distribución de derivados del petróleo, y la telefonía fija, con la industria farmacéutica, con la propiedad intelectual nacional, etc. que serían devastadas por una competencia desigual con el poderoso tiburón del norte.
Había que entregarse incondicionalmente a EEUU, como antes lo hicieron con el Imperio Británico, firmando un Tratado ya preparado de antemano, para llenar su faltriquera pero dejando, a cambio de ello, abiertas las puertas de nuestra economía para un despiadado saqueo y a nuestro país humillado ante los pueblos hermanos que libran una lucha secular por su liberación.
Ruiz Pereyra Faget
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