Uruguai: Tabaré Vasquez e o livre comércio com EUA

La decisión del Presidente Vázquez, el miércoles 9, de llegar a un acuerdo de libre comercio (TLC) con Estados Unidos, no es una sorpresa para los entendidos. A pesar de sus equívocos discursos en los últimos meses –en Venezuela, el 14 de marzo de este año, dijo que un tratado de este tipo no estaba en la agenda del gobierno y en la Casa Blanca , ante el Presidente Bush, el 1º de mayo, expresó otra- determinadas señales indicaban que marchaba en esa dirección.

En primer lugar, la designación como Ministro de Industrias al señor Jorge Lepra, un hombre sin antecedentes políticos –mucho menos en el Frente Amplio- pero que había sido gerente de la Texaco Uruguay y, naturalmente, vinculado estrechamente a intereses norteamericanos. Incluso, funcionarios del Departamento de Estado declararon, en oportunidad de la visita de Vázquez a Washington en mayo que para ellos Lepra era el verdadero canciller, mientras el ministro de RR.EE. Reinaldo Gargano ocupaba en las negociaciones un segundo plano.

Otra indicación de la verdadera posición de Vázquez fue la designación del Contador Danilo Astori como Ministro de Economía, un político frentista que siempre sostuvo que los acuerdos de inversiones y comercio con Estados Unidos, tenían un carácter estratégico y que debían ser impulsados como “políticas de Estado”, con el respaldo de la oposición.

Una tercera señal de este viraje estratégico del Presidente Vázquez ha sido la campaña “chauvinista”, desatada por el gobierno contra Argentina por el tema de las plantas de celulosa que se están construyendo en un río limítrofe –denunciadas como contaminantes por el país vecino- así como las crecientes críticas al Mercado Común del Sur (MERCOSUR), integrado por Brasil, Argentina, Venezuela, Uruguay y Paraguay –esas críticas están dirigidas principalmente a Brasil y Argentina- con la finalidad de generar un vuelco de la opinión pública que facilite el acercamiento a Estados Unidos.

La posición de Vázquez y del Ministro Astori es aplaudida, en este terreno, por los dos partidos conservadores –colorados y blancos- que han gobernado el país desde 1985 y que no pudieron acordar ni un tratado de inversiones, ni un TLC con Estados Unidos, ni instalar plantas de celulosa, por la oposición del actual partido en el gobierno, el Frente Amplio. Paradójicamente es el gobierno de centro izquierda –para lo cual tuvo que apartarse de su programa- que ha asumido esta tarea que no pudo realizar la derecha.

Las críticas, desde la izquierda, al TLC son de tres órdenes: a) No hay reciprocidad en la ampliación del intercambio que se proyecta ya que Estados Unidos no está dispuesto a eliminar la protección a determinados productos que Uruguay produce y puede colocar con ventaja mientras Washington reclama una apertura total de nuestro mercado con grave perjuicio para nuestra independencia económica; b) Uruguay no puede negociar unilateralmente, sin la aprobación del MERCOSUR, pues las preferencias otorgadas a Estados Unidos, afectan la Unión Aduanera regional cuya finalidad es proteger su propio desarrollo industrial y agrícola; c) Un TLC –acuerdos bilaterales como los que han firmado Colombia, Perú y Chile- fortalece el control económico de Estados Unidos de América Latina o frena su proceso de integración- impidiéndole un desarrollo independiente y un papel político en la estructura de fuerzas multipolares que se vienen constituyendo.

En consecuencia, ¿a quienes beneficia un TLC? A los exportadores de carne, a los grandes comerciantes exportadores e importadores de la Cámara de Comercio Uruguay-Estados Unidos, y al sector bancario extranjero.

Cuando se habla, por voceros del gobierno, que Uruguay debe insertarse en el mundo, se comete, a sabiendas, una falacia. Todos los países buscan desarrollar sus lazos comerciales –hoy no existen economías autárquicas- pero, eso sí, partiendo del interés nacional. Lo que ocurre es que para algunos el “interés nacional” es el particular, como cuando hablan de “Patria”.

La dependencia de Uruguay de Estados Unidos en el comercio de carne es, deliberadamente, exagerada ya que existe una gran demanda en el mundo, incluyendo a Rusia, por este producto y basta una política exterior activa y sin exclusiones, para localizarla. Por otra parte es muy peligrosa para cualquier negocio la dependencia de un solo comprador.

La decisión de Vázquez de firmar un TLC con Estados Unidos tenía que provocar, y ha provocado, una división en el seno del gobierno y en el Frente Amplio. El Ministro Gargano, Presidente del Partido Socialista, la Ministra de Desarrollo Social, Marina Arismendi, integrante del Comité Ejecutivo del Partido Comunista y el Ministro de Ganadería y Agricultura, José Mujica, dirigente del Movimiento Nacional Tupamaros, se han pronunciado en contra. A los grupos que representan se han agregado varios partidos menores frenteamplistas que no integran el gabinete y organizaciones sociales como la Central de Trabajadores (PIT-CNT), la Federación de Cooperativas de la Vivienda (FUCVAM) y la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU).

En un acto, convocado por el Partido Comunista y al que se sumaron distintas organizaciones políticas y sociales, realizado bajo lluvia en un plaza céntrica de Montevideo, el mismo día 9 de agosto, cuando el Presidente Vázquez pronunciaba su discurso ante el representante comercial adjunto de EEUU para las Américas, Everett Eissenstat, se leyó un proclama que en una de sus partes expresa: “Hoy estamos amenazados por un proyecto imperial de la primera potencia económica y militar mundial que busca imponer su influencia y dominio en Latinoamérica eligiendo a nuestro país como lugar para quebrar el proceso de integración y unidad de los pueblos”.


”Avanzaremos por el camino de la integración con nuestros hermanos latinoamericanos y no nos dejaremos usar como cuña para romper la unidad. Derrotado en la cumbre de Mar del Plata el proyecto ALCA por la acción conjunta de los países del MERCOSUR más Venezuela, los EEUU cambiaron de estrategia para impulsar Tratados de Libre Comercio bilaterales con distintos países. A nosotros nos incluye ahora no por razones económicas, sino porque pretende afectar el MERCOSUR, como ayer afectó la Comunidad Andina de Naciones”.

Ruiz Pereyra Faget

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Author`s name Timothy Bancroft-Hinchey
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