Seguridad más costosa para monumentos
¡No hay que darles margen a los terroristas!
Por: Ann Okas
Washington DC (INPA) Los principales monumentos levantados en esta Capital Federal comenzaron a recibir mayor protección desde el 11 de septiembre pasado, cuando se cumplió un nuevo aniversario de la demolición de las Torres Gemelas en Nueva York, a cargo de terroristas aún no identificados, se reveló aquí.
Allá, la Estatua de la Libertad y puentes emblemáticos, como el Brookly, ya vieron incrementadas sus medidas de seguridad; y lo mismo comenzó a ocurrir en esta ciudad con las esculturas que recuerdan a dos grandes de la revolución libertadora contra Inglaterra- George Washington y Thomas Jefferson -, y otro presidente, Abraham Lincoln, que abolió la escalvitud y luego fue asesinado.
Fuentes cercanas a la Casa Blanca sugirieron que cualquier atentado que afectara a estas tres obras artísticas. aunque fuera en forma mínima, tendría un gran impacto en la población de los Estados Unidos, la que en un 65% ha dejado de simpatizar con el gobierno de George W. Bush, mientras otra gran parte rechaza sus políticas en el Medio Oriente, principalmente en Irak, región de donde, se presume, se originaron aquellos ataques que, además, incluyeron, en menor medida, al Pentágono, donde están los altos mandos militares.
El mayor cuidado del Obelisco dedicado a Washington se nota cuando algún turista con un gran paquete o bolso ingresa al ascensor o pide, en cambio, extenuarse subiendo los casi 900 peldaños. En las filas, cualquier persona con turbante, grandes gorras y anchos anteojos, es revisada. También se le piden documentos.
El "Jefferson Memorial", que rinde homenaje al autor de la Declaración de la Independencia y el tercer presidente de la Unión, fue inaugurado el 13 de abril de 1943, justo 200 años después del nacimiento del rebelde que escribió que "todos los hombres fueron creados iguales". Difícilmente un visitante, nacional o extranjero, puede quedarse hablando por teléfono al pie del pedestal que sostiene la alta estatua del llamado "Zorro de Virginia".
Los mármoles que recuerdan a Lincoln cruzando el Arlington Memorial Bridge desde Virginia, tiene la forma de un templo griego que se completó en 1922 y suman 36 columnas, por lo que a los guardianes les resulta más complicada la vigilancia. Sin embargo, si un observador va a la mañana, vuelve a la tarde y regresa nuevamente al anochecer, verá caras conocidas que ya estuvieron por ahí en días anteriores mezclados con los grupos que leen los discursos de Gettysburg o de la Segunda Presidencia, grabados en las paredes. Seguramente van allí con chalecos antibalas y fáciles de disimular medios de comunicación con sus jefes en el FBI o la CÍA.
Entre otras precauciones, aumentadas desde la tragedia de Nueva York que dejó más de 3000 muertos, están las de The National Archives, en la manzana que encierran la Constitution Avenue y las calles 7 y 9. Y no es para menos: ahi se guardan la Declaración de la Independencia y la Constitución de los Estados Unidos. Dicen que los cofres que contienen estos documentos irrepetibles son anti-bombas, anti-fuego, etc. Pero hay que pensar que John F. Kennedy era el presidente mejor protegido del mundo y terminó baleado en la cabeza en Dallas, Texas, al igual que Lincoln aquí en el Teatro Ford, cuando aún no existía el oneroso Servicio Secreto.
Hoy, cuando ve volar un avión de pasajeros, como los que se estrellaron guiados por fanáticos terroristas desconocidos contra el World Trade Center de Nueva York, el habitante de Washington probablemente rememora esos momentos y piensa, una vez más, que un Imperio puede ser imbatible en guerras convencionales; pero que le resulta imposible estar seguro ante enemigos menores que apelan a la astucia para atacarlo, herirlo, destruirlo...
Y la pregunta que se hacen es: ¿Se sabrá algún día quiénes, hace años, atacaron en Nueva York con tanto éxito y, si los apresan, cómo se los castigará? (INPA)
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