Garcia Marquez: Santabárbaras nucleares sem precedentes

O Prémio Nobel de Literatura previu, preveniu e preocupou gregos e troianos quando imaginou ao planeta liquidado por explosões nucleares, propositadas ou acidentais e seu pensamento fatalista, neste caso, se actualiza com a aparição da RDP Coreia no clube dos dominadores do hidrogénio e do urânio.

García Márquez: "Santabárbaras nucleares sin precedentes"

El Premio Nobel de Literatura previó, previno y preocupó a tirios y troyanos cuando imaginó a este planeta liquidado por explosiones nucleares, dirigidas o accidentales; y su pensamiento, fatalista, en este caso, se actualiza con la aparición de Corea del Norte en el club de los dominadores del hidrógeno y el uranio.

Por: Bárbara Ricci

Álamogordo, Nuevo México, EE.UU. (INPA) "Un minuto después, más de la mitad de los seres humanos habrá muerto. El polvo y el humo delos continentes en llamas derrotarán la luz solar y las tinieblas absolutas volverán a reinar en el mundo".

Esta es una de las visiones futuristas apocalípticas que el Premio Nobel de Literatura de 1982, el colombiano Gabriel García Márquez nos "sacudió", sin apelar a su clásico "realismo mágico", hace dos décadas y que hoy resurge con crudeza con la aparición amenazante de la la nueva Corea del Norte Nuclear, seguida de otros que alegan, por supuesto, fines pacíficos.

Alguien dirá, por supuesto, recordando un lenguaje muy respetado por el autor de "La mala hora" y "Crónica de una muerte anunciada", que hoy "el muerto se asusta del degollado, ya que fue Estados Unidos el que inició, cerquita de aquí, el terrorífico plan atómico "Proyecto Manhattan", que culmínó, en agosto de 1945, con la destrucción total de las ciudades japonesas Hisorhima y Nagasaki, con saldos de centenares de miles de muertos y heridos.

Pero escuchemos al escritor sudamericano cuando, con su inventiva envidiable, relarta lo que puede suceder - ¡sucedernos!-, si las abarrotadas santabárbaras nucleares, de aquí, de allá y más allá, capitaliostas o comunistas, dewl primero o tercer mundo, comienza a desocuparse con la ayuda de cohetes intercontinentales:

"Un invierno de lluvias anaranjadas y huracanes helados invertirá el tiempo de los océanos y volteará el curso de los ríos, cuyos peces habrán muerto de sed en las aguas ardientes, y cuyos pájaros no encontrarán el cielo. Las nieves perpetuas cubrirán el desierto de Sahara, ala vasta Amazonía desaparecerá de la faz del planeta destruida por el granizo, y la era del rock y de los corazones trasplantados setará de regreso a su infancia glacial, los pocos seres humanos que sobrevivan al primer espanto, y los que hubieran tenido el privilegio de un refugio seguro a las tres de la tarde del lunes aciago de la catástrofe magna sólo habrán salvado la vida para morir después por el horror de sus recuerdos, la creación habrá terminado".

No puede dejar de observarse que el inventor de "Macondo" no pudo con su genio y hasta nos citó día de la semana y hora y que eso fue lo que sucedió con los japoneses que salieron con una vida precaria después de aquellos dos bombardeos que, afortunadamente no se repitieron. Paradójicamente, algunos fueron a morir a California, o sea, al país que destruyó sus hogares y familias.

Según García Márquez, ninguna otra creación del ingenio humano ha tenido nunca tanto poder de determinación cobre el destino del mundo y, además, es todavía más inquietante y doloroso el despilfarro humano, porque la industria de la guerra mantiene en cautiverio al más grande contingente de sabios jamás reunido para empresa alguna en la historia de la humanidad. Y sentenció:

"No es nada honroso para el talento jumano, en la edad de la ciencia, haber concebido el modo de que un proceso multimillonario tan dispendioso y colosal, pueda regresar a la nada de donde vino por el arte simple de oprimir un botón"

Hace veinte años, cuando Gabriel García Márquez puso en negro sobre blanco este cataclismo de Damocles, ya había suficiente poder destructivo para eliminar, doce veces, todo rastro de vida en la Tierra ysu dictamen fue que ninguna ciencia, ningún arte, ninguna industria se había doblado a sí misma, tantas veces, como la industria nuclear desde su origen én estos lugares, hace sesenta años.

INPA

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Author`s name Timothy Bancroft-Hinchey