Escrito en 1988, nos introduce en el tema, quizá, más controvertido de la identidad argentina: la prosapia negra del tango. Para nuestro orgullo blancoeuropeo representa una piedra en el zapato, una mancha congénita que ha intentado eliminarla u ocultarla.
Queriendo explicar su prosapia negra, analiza cuestiones de otras músicas afroamericanas como el jazz, contemporáneo al tango y en cuya génesis la participación negra no tiene discusión.
Él fue el primero que nos enseñó a pensar en tres -aborígenes, blancos y negros-
nuestra cultura cuando, con suerte si se pensaba en dos, pues el monopolio de la patria blanca apenas dejaba algún resquicio a lo aborigen y lo negro no era más que un capítulo de escasos renglones y situado siempre en el período colonial.
Pablo Cirio
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