Doroteo Zapata
Desde mediados de septiembre del presente año hemos visto un resurgimiento del movimiento estudiantil colombiano en general, y en la ciudad de Medellín en particular. La amenaza seria de un colapso total del sistema de educación superior pública, del que da cuenta una deuda de medio billón de pesos de las universidades estatales, expresa diafanamente la situación dramática en que se hallan nuestras casas de estudio, y constituye la causa primordial y legítima del resurgir de la protesta estudiantil contra el modelo capitalista de producción, que recorta el gasto social y lo redirecciona hacia el presupuesto militar y los regalos del erario público a los grandes capitalistas (caso agro ingreso seguro, entre otros).
Frente a esta situación, denunciada por los propios rectores de las casas de estudio, y que ha abierto un debate importante hasta en los medios de comunicación burgueses, los estudiantes, a través de sus asambleas, marchas, mítines, foros y vías de hecho (tropeles), han agitado en el medio universitario, intentando presionar al Estado para que destine un fondo urgente para las universidades públicas, que estabilice la presente situación de crisis financieras de las instituciones, pero a la vez por un cambio en la legislación respecto a la financiación de la educación, puesto que la actual, regida por la ley 30/92, muestra deficiencias serias en cuanto no ha medido el crecimiento del gasto universitario por concepto de: ampliación de las instalaciones, aumento de cobertura estudiantil, desarrollo de una política institucional de investigación, aumento del pasivo pensional de las universidades, del número de docentes etc.
La respuesta del Estado, a través del ministerio de educación, ha sido descargar la responsabilidad financiera en las propias universidades, obligándolas a tomar una serie de medidas violatorias de su esencia tales como: desconocer el pasivo pensional de los trabajadores, que ganaron en sus largos años de trabajo por las universidades y en la firma de convenios colectivos; reducción del personal docente de planta a favor de maestros de cátedra, con pésimos salarios y condiciones infrahumanas de trabajo, lo que ha incentivado la desidia académica, la frustración profesional de los mismos y, como corolario, ha disminuido sensiblemente la calidad de la enseñanza en las casas de estudio (muchos de los profesores mejor calificados optan, en estas circunstancias, por migrar a universidades privadas, donde su remuneración salarial es desproporcionadamente superior, lo que, en la práctica, ha significado un aumento evidente de la brecha en la calidad educativa entre estas y las públicas); la venta de servicios de investigación, particularmente a las empresas privadas, cayendo en un contrasentido manifiesto, pues la razón de ser de las universidades públicas es contribuir al desarrollo del país, no a aumentar las ganancias de compañías privadas, muchas de ellas multinacionales, tal como es el caso de SOFASA, filial de la Renault; El recorte de gastos en ampliación de laboratorios, libros para las bibliotecas, disminución de los servicios de bienestar estudiantil etc; y, en muchos casos, como en la universidad del Atlántico, el saneamiento fiscal de las universidades ha implicado un aumento exabrupto de las matrículas, deviniendo de hecho universidades semiprivadas, con altos costos para los hijos de los trabajadores y campesinos, que cada vez encuentran más restricciones para acceder a un derecho básico como el de la educación. En últimas, se puede ver cómo lo que el Estado ha fomentado es la privatización de las universidades, bajo el argumento sofístico de la relación Universidad-Empresa-Estado, que no es otra cosa que la aplicación del Plan Bolonia a la criolla.
De resultas de todo esto, tenemos que en Colombia la tasa de deserción universitaria es del 48%, la más alta de América Latina, una verdadera afrenta a la población, y muy especialmente a la clase obrera, que ve cómo sus hijos se hallan condenados a reproducir las condiciones de explotación en que ellos se encuentran, empleándose en cualquier trabajo disponible, si es que lo encuentran, pues, a su vez, la tasa de desempleo, en las cifras del DANE, que no comete el terrible pecado de ser objetivo, llega al 12.6%, igualmente la más alta de la región.
En este contexto, la asamblea general de estudiantes de la UdeA ha convocado a una mesa departamental de instituciones de enseñanza media y superior, con vistas a configurar un movimiento de alcance departamental que defienda a los estudiantes de las políticas privatizadoras de la oligarquía Colombiana. Es así que, durante este mes de noviembre, varios colegios e instituciones universitarias, incluida la UdeA, se han sumado a la lucha por la defensa de la educación pública, con sus medios de denuncia política, agitación social y confrontación con las fuerzas policiales. Aún cuado persisten actos de violencia reprensibles, tales como los tropeles o los enfrentamientos de estudiantes con la policía, cuando se dejan provocar por estos, en su conjunto las manifestaciones han mantenido un clima de relativo pacifismo, debate permanente y crítica de posiciones respecto al devenir de la educación pública, duramente golpeada por las políticas guerreristas y privatizadoras del Estado.
Los tropeles, que no ayudan a aumentar la conciencia política sino que, por el contrario, la obnubilan y promueven actitudes lumpescas dentro del estudiantado, han constituido la nota disonante de las actuaciones estudiantiles, sumadas al uso y abuso de mecanismos de anormalidad académica y a la falta de un PROGRAMA de reivindicaciones claros que articule la lucha estudiantil con las demandas de profesores de cátedra y los trabajadores no docentes, junto a las luchas de la clase obrera y el campesinado; y no obstante eso, lo que ha sobrado es compromiso, valor y, en no pocas ocasiones, capacidad de sacrificio de los estudiantes.
Por el contrario, la actitud del Estado ha sido de abierta persecución al movimiento estudiantil y sus líderes, a los cuales se les persigue, amenaza, se les toman fotos, les graban videos, chuzan sus teléfonos, les envían mensajes de amenaza y, no menos importante, se les promueve a nivel de los medios de comunicación burgueses como terroristas, lo cual de hecho constituye un intento de legitimar con antelación posibles y preocupantes acciones violatorias de su vida y dignidad, pues este tipo de propaganda oficial siempre ha precedido a las desapariciones, asesinatos, exilios y demás actos de hostigamiento contra los estudiantes.
Algunas instituciones de enseñanza media y superior han cerrado sus puertas con antelación al fin de las clases, en otras los vigilantes privados (claros informantes de grupos paramilitares) practican requisas policiales a los estudiantes, les niegan la entrada a los campus, les toman fotos y hostigan constantemente. En los noticieros se incluyen noticias las más de las veces falsas sobre actos de vandalismo, atentados a la propiedad privada y demás. Los rectores han sacado comunicados señalando a estudiantes de ser gestores de violencia, no obstante que son solo algunos grupos minoritarios los que imponen esas prácticas aventureras, y los acusan, además, de incitar a niños menores de edad a la violencia callejera, lo cual es de todo punto de vista falso. Bajo estas y otras modalidades, y sumado a un macroproceso que, sabemos se esta fraguando en la fiscalía para encarcelar a estudiantes activistas y dirigentes, tememos una arremetida que se ve venir sobre los estudiantes y sus organizaciones gremiales, y hacemos un llamado urgente a la denuncia, nacional e internacional, contra las acciones intimidatorias de los medios de comunicación, las intervenciones públicas de funcionarios de gobiernos y las fuerzas armadas, y un cierto tono de complacencia con las mismas por parte de las directivas universitarias.
Al tiempo que, como marxistas, hacemos un llamado a los estudiantes, y más específicamente a los grupos ultraizquierdistas, a cesar en el uso de la violencia como mecanismo de lucha, a no caer en provocaciones de las fuerzas militares y no dejarse encerrar en la estrategia mediático-represiva del Estado, que busca generar generar terror y zozobra en la sociedad y los campus estudiantiles bajo la consigna ideológica de todo es FARC como preludio de una cacería de organizaciones gremiales, al tiempo, decimos, es urgente la sumatoria de esfuerzos para denunciar las acciones político-policiales del Estado, para aumentar las fuerzas y construir un bloque organizativo sólido que funcione como muro de contención contra los embates militares de la oligarquía y sus corrompidas fuerzas armadas, gestoras de crímenes contra el pueblo y de lesa humanidad. Para ello, hacemos un llamado urgente a la construcción de un FRENTE UNIVERSITARIO de estudiantes, profesores y trabajadores no docentes, de carácter local y nacional, con un programa reivindicativo y de transición que defienda la universidad pública con propuestas concretas, que defienda los derechos de los hijos de campesinos y obreros a ingresar a la educación pública y formarse en sus campus, que luche por la recuperación del presupuesto para la educación, que actualmente se destina de manera oprobiosa en la guerra contra el terrorismo y en el aventurerismo militarista contra nuestros hermanos trabajadores de Venezuela y su revolución bolivariana.
El movimiento estudiantil debe virar hacia las ideas del marxismo, hacia la alianza de lucha con la clase obrera, los campesinos y la minga indígena, pero esto sólo será posible como fruto de la discusión ideológica en un ambiente de camaradería en la lucha. Para poder llevar tan imperiosa necesidad a la práctica, es preciso denunciar y desbaratar los planes represivos de la oligarquía dominante contra los estudiantes, se hace perentoria la denuncia internacional contra el Estado y sus intereses mafiosos, urge de la solidaridad de los estudiantes de Colombia y todo el mundo, los que le ponen el pecho a la lucha por la transformación revolucionaria del mundo y por el socialismo.
¡Por un frente universitario nacional de lucha en defensa de la educación pública!
¡Contra la seguridad democrática y la represión al movimiento estudiantil en Medellín y Colombia!
¡Por la unidad de las luchas estudiantiles con la clase trabajadora, los campesinos e indígenas!
¡Huelga general contra el desempleo, la crisis capitalista y el gobierno paramilitar!
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