Sahara Ocidental: Carta a Ban Ki-Moon sobre Referendo

Sr. Ki-Moon, le doy la bienvenida y deseo que su paso por Madrid suponga un avance para conseguir lo que es justo: un referéndum de auto-determinación para el Sahara Occidental.

No podemos esperar a que se cumplan unas condiciones inasumibles para celebrar un referéndum.

Las condiciones ya estaban en el Acuerdo de 1991, un acuerdo que solicitó Marruecos, no la RASD. No hay que inventar otras nuevas. Cuando las Naciones Unidas y España pretenden querer llegar a una "solución política justa, duradera y mutuamente aceptable", están negando esa pretendida solución: Marruecos no acepta nada. No tiene sentido esperar a que Marruecos esté de acuerdo en liberar al territorio que ocupa por la fuerza. Ha desafiado a las NNUU con hechos y con discursos. Ha dejado bien claro que es él quien decide lo que pasa con el Sahara Occidental: es suyo. Y no hay más promesas ni acuerdos ni derecho internacional que valgan.

En cuanto a las partes en conflicto, Marruecos y el Frente Polisario, han pasado años sin que se produzca ningún avance, y está claro quién no tiene voluntad política. No es justo poner en el mismo plano víctima y verdugo. No puede negociar libremente quien está bajo la bota del opresor. Es preciso volver al principio y respetar la promesa hecha a los saharauis: una solución que les permita la auto-determinación.

El referéndum, cuyo censo ya estaba preparado por España desde 1973, se tenía que haber celebrado poco después de cuando se acordó, en 1991, a la firma del alto el fuego. Las Naciones Unidas se comprometieron a llevarlo a cabo. Sin embargo llevan 40 años permitiendo una ocupación que tenían que haber evitado.

La MINURSO -Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum en el Sahara Occidental- iba a organizar el referéndum. No lo ha hecho. Cada año se renueva su mandato, y cada año se impide que la MINURSO asuma la supervisión de los derechos humanos, hecho insólito en las Misiones de la ONU.

La ONU se muestra demasiado tibia y conciliadora ante atropellos injustificables.

El Secretario General de las Naciones Unidas no puede desplazarse a un Territorio No Autónomo y visitar allí la misión de las NNUU, porque Marruecos se lo impide. Ejerza sus competencias, para que confiemos en que el Rey de Marruecos no lo puede todo.

El incumplimiento por parte de Marruecos de la IV Convención de Ginebra en su artículo 49 ha traído complicaciones. No sólo ha dejado a los saharauis aún más desamparados, aislados, acorralados por unos vecinos enemigos, y privados de su esencia y su cultura, sino que dificulta saber quién es saharaui y quién no dentro del Sahara Occidental. Una gran mayoría de la población son colonos marroquíes, prohibidos por la Convención. Las Naciones Unidas tenían que haber impedido ese trasiego a Marruecos. Y no lo han hecho.

La ONU no ha intervenido para que cese el expolio de los abundantes recursos naturales del Sahara Occidental. Y el fruto del expolio alimenta la ocupación.

Una cosa es la diplomacia y otra consentir los atroces abusos de Marruecos sobre el pueblo saharaui, que vienen costando tantas vidas y sufrimiento. Las más recientes, de una interminable lista: el asesinato desde el Muro marroquí de un pastor -le mataron a él y a su rebaño; la huelga de hambre indefinida de los presos de Gdeim Izik para exigir un recurso contra el juicio. La ONU tiene que asumir de una vez por todas sus responsabilidades con respecto al Sahara Occidental o habrá perdido su razón de existir.

Le pedimos que escuche a la Unión Africana, que pide a las NNUU el cumplimiento de su promesa al pueblo saharaui, y condena la sistemática violación de derechos humanos y la explotación de los recursos naturales del Sahara Occidental.

Sr. Ki-Moon, plantee claramente la supervisión de derechos humanos a cargo de la MINURSO y ponga la explotación de los recursos naturales bajo administración internacional.

Organice el referéndum. Lo tenemos que conseguir.

 

Cristina Martínez Benítez de Lugo

Western Sahara Resource Watch España

 

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