Todos somos Aristegui!

"¡Todos somos Aristegui!", dice la gente en Twitter en solidaridad con la pe‏

Desde el Río Bravo hasta el Sur- sur, estamos enfrentando un período de persecuciones, amenazas, asesinatos, desacreditaciones contra periodistas. Debemos solidarizarnos todos con Carmen Aristegui, despedida una vez más por razones similares: en realidad el castigo por no callar, no obedecer, informar como se le debe a los pueblos,  mantener una actitud ética y digna, México es el país que más periodistas asesinados tuvo en este último año, superando a Honduras y Colombia.

En Uruguay acaba de ser amenazado en el mejor estilo de los militares de la dictadura,  Roger Rodríguez,  un periodista joven dedicado a investigar y denunciar los crímenes del pasado dictatorial en su país y trabajando por el esclarecimiento de los pasos dados por esos militares en la siniestra Operación Cóndor. Hay muchas amenazas  que a veces no se denuncian-pero se guardan- y que  han alcanzado a varios periodistas, especialmente después de la impunidad con que países como Estados Unidos y sus satélites admiten y  alientan la tortura, los asesinatos, los crímenes de lesa humanidad, en nombre de la guerra contra el terrorismo planteada como una actividad global ilegal. 

Nunca como en estos últimos tiempos, en que los represores del pasado han sido otra vez integrados a organismos y fundaciones pagadas por servicios de inteligencia, como la CIA estadounidense, se habían visto aparecer este tipo de discursos y amenazas. Es hora de actuar solidariamente. El silencio o la indiferencia son   la puerta abierta para que prosperen estas amenazas y estos crímenes.

Hay que reaccionar y activar mecanismos locales e internacionales, para advertir sobre las nuevas amenazas  y exigir respuestas también activas de los organismos internacionales que tienen compromisos  con la defensa de los pueblos y personas agredidos, y en favor de la justicia,. Ese renovado accionar de viejos criminales  está sucediendo gracias a los pactos de impunidad, que deben terminar ya, y para lo cuál también se necesitan movilizaciones colectivas a todos los niveles. 

Stella Calloni