James Petras
«¡Las fuerzas de defensa israelíes son el ejército más moral del mundo!»
(Primer Ministro israelí Ehud Olmert)
Introducción
La Italia fascista y la Alemania nazi bombardearon, invadieron y se anexionaron países y territorios como preludio de su búsqueda del Imperio Mundial. La deriva de Israel en su lucha por el dominio regional ha ido siguiendo sus huellas e imitando su estilo: Bombardeos indiscriminados aéreos de civiles e instalaciones militares, encarnizada guerra relámpago a base de vehículos blindados, desprecio y repudio de todas las críticas de las agencias internacionales, y todo ello acompañado de una abierta concentración militar a fin de desplegar una nueva guerra más intensa contra Irán.
Igual que el liderazgo nazi, que se sirvió de la «amenaza bolchevique», el alto mando israelí ha puesto en marcha una inmensa campaña de propaganda a escala mundial, dirigida por su red sionista universal, agitando el espantajo del «terror islámico» para justificar sus preparativos de un ataque militar contra setenta y cuatro millones de iraníes. Igual que la Alemania nazi, Israel ha interpretado la pasividad, simpatía e impotencia de Occidente valorando «los hechos sobre el terreno» como licencia para la agresión; la maquinaria del ejército israelí está recibiendo un impulso poderoso para emprender nuevas guerras por la inacción y flácida respuesta de los gobiernos occidentales ante su invasión del Líbano, ante el bombardeo llevado a cabo en Siria y ahora ante su conquista de Gaza con bombardeos aéreos al estilo nazi. Para el alto mando israelí, la impotencia y complicidad de los Estados occidentales marca el camino de guerras mayores y más sangrientas que establezcan la supremacía y el dominio de Israel en Oriente Próximo, desde el Mar Rojo hasta el Golfo Pérsico.
El bombardeo de Gaza: Ensayo general para un ataque contra Irán
La victoria militar de Israel en Gaza es un ensayo general para un ataque militar a escala total contra Irán. En el curso de su campaña de exterminio en Gaza, los estrategas políticos y militares israelíes consiguieron gran cantidad de información vital sobre: 1) los niveles de complicidad e impotencia de Europa, Estados Unidos y los Estados árabes; 2) el alto nivel y profundidad del apoyo político y material que pueden esperar del gobierno de Estados Unidos para poder pulverizar a sus adversarios; 3) el alto grado de apoyo interno del electorado judío, incluso en los aspectos más brutales de la matanza; 4) el incuestionable y masivo apoyo a una guerra ofensiva hasta en los aspectos más despiadadamente criminales; 4) el apoyo masivo e incuestionable a una guerra ofensiva desde todas las organizaciones judías sionistas más influyentes políticamente y más acaudaladas en EEUU y Europa occidental; 5) la debilidad e ineficacia de las Naciones Unidas y la incapacidad de toda la serie de organizaciones humanitarias para frenar la campaña de exterminio de Israel dirigida a destruir la existencia misma de todo un pueblo; 6) el apoyo incondicional de todos los medios de comunicación y agencias de noticias en EEUU, en la mayoría de los medios de Europa y en el resto del mundo; 7) la buena disposición de los críticos liberales a culpar de la violencia, por igual, a las víctimas del exterminio y a los exterminadores, neutralizando así cualquier condena consecuente y eficaz al Estado israelí; y 8) la asunción por prácticamente todos los periodistas, escritores, académicos y políticos de todo del eufemístico vocabulario de la oficina de propaganda israelí.
Por ejemplo, una guerra total sostenida se denomina «incursión». Diez mil ataques aéreos de cientos de helicópteros y cazabombarderos israelíes se asimilaron, en cuanto al término «violencia», con los esporádicos e inofensivos ataques de los cohetes caseros de Hamás. Los ataques israelíes contra miles de hogares civiles, hospitales e infraestructuras básicas se calificaron como objetivos «terroristas». Los combatientes de la resistencia se etiquetaron de «terroristas de Hamás». El bombardeo de la Cruz Roja, las instalaciones de asistencia humanitaria de las Naciones Unidas, hospitales y mezquitas se llamaron «errores» o se justificaron porque eran «lugares desde donde los terroristas de Hamás lanzaban cohetes».
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