Han raptado mi hijo

Estimados colegas:

Desde hace 3 meses el envío de mis artículos ha pasado por una serie de problemas debido a un hecho muy insólito: mi primogénito Jose ha sido raptado.

Mediante la presente carta quisiera informarle sobre un caso personal sumamente doloroso, el mismo que creo que afecta a todos los periodistas, padres, madres y niños. No se trata de un evento familiar sino que ya trasciende el de la opinión pública.

Muchas veces se hacen campañas cuando a un periodista se le hostiga, apresa o persigue. Ene ste caso vemos al hijo d eun periodista quien es castigado por intentar castigar la independencia del propio padre. Jose, mi hijo mayor de 15 días, se encuentra hace casi 2 meses incomunicado del resto del mundo, sin ver a su padre, hermanos y amigos, sin ir al colegio, perdiendo su año escolar y virtualmente preso en algún lugar desconocido.

Hace tres meses llegue a Lima a ver al mayor de mis cuatro hijo. Hace casi dos meses que no veo a mi primogénito José Bigio. No se donde está ni puedo hablar con él. Tampoco va al colegio y sus compañeros de clase han salido en la TV para decir que no pueden comunicarse con él ni por el fono, el Chat o la Internet.

Hoy hay una orden en la Policía Nacional para que se le encuentre, ubique y entregue a su padre.

El drama de mi hijo es algo que concierne a todos. El futuro de todo país son sus niños, los cuales deben ser protegidos como oro. Acá tenemos un caso en el cual:

1) Un abuelo con una gran fortuna quiere evitar por todos los medios que su nieto vea a su propio hijo y a sus otros 3 nietos varones (los únicos que tiene).

2) Un abuelo que usa su tremendo poder material y sus relaciones para burlarse del poder judicial quien, cuando le ordena entregar al menor a su padre bajo pena de apercibimiento, lo desaparece. Todo ello con toda impunidad.

3) Tres niños están prohibidos de ver o hablar con su propio hermano pues el abuelo paterno de ambos así lo decide al margen de la ley.

4) Un hijo está vetado de tener toda clase de contacto con su propio hijo pues su propio padre así lo ha decidido al margen y en contra de la ley de la vida, de dos cortes internacionales, de lo que la justicia y la policía ordenen, y de la opinión pública. Miles de personas vienen firmando para pedir que mi José sea liberado. La solidaridad es tan grande que todos los canales de TV del Perú (2, 4, 5, 7, 9, 13, 27 y N) y varios diarios (como El Comercio, La república, Expreso, Extra, El Popular, Correo, Ojo, Perú 21, El Bocón y Ajá) y radios (RPP, Ke Buena, CPN, etc.) han cubierto una o más veces la noticia y piden al público que colabore en ubicar a José Bigio.

Cientos de personas han participado en plantones y mítines pidiendo que mi hijo aparezca, vaya a su colegio (al cual no va prácticamente desde mediados de junio), pueda hablar con su padre y sus tres hermanos, y sea devuelto a su padre, tal como la ley manda. El jueves cientos corearon “Liberen a José” en un encuentro en el parque Wiracocha hecho junto a la doctora Sasieta.

Les pido a todos ustedes su apoyo y solidaridad. José es un adolescente que no puede vivir en la clandestinidad, perdiendo clases (ya se está ausentando casi todo el actual trimestre y puede perder el año escolar si tiene un 25% de faltas) y sin ver a su padre, hermanos y el grueso de su amplia familia.

Mi hijo estuvo viviendo en la casa de mi padre Rafael Bigio, quien es el dueño en Perú de Diners Club (la primera tarjeta de crédito que hubo en el mundo y hoy parte del grupo del City Bank, uno de los mayores bancos del planeta) y también es director del Banco Financiero.

Cuando la doctora Cecilia Gonzáles, magistrado del 16 Juzgado de Familia de Lima, ejecutó la sentencia que, de común acuerdo firme con la madre deJosé en 1994, afirma que el padre es quien detenta la patria potestad y la tenencia de José, mis padres decidieron desaparecerlo.

La jueza les conminó a mis padres a entregar a José en el juzgado el viernes 16. Ese día no lo llevaron y cuando la policía va a la casa de mis padres se le dice que mi hijo se fue con su madre a un lugar desconocido. Cuando el lunes a mis padres les llega una nueva notificación ampliándoles el plazo para que entreguen a José el siguientes viernes 23, de repente José vuelve a aparecer en la casa de mis padres hasta las vísperas de dicha fecha en la cual mi madre se habría comprometido a entregarlo.

Mis padres sostienen que ellos no lo tienen, sino la madre. La policía y la jueza han ido a allanar a la casa de la madre donde se nos informó que José NUNCA ha vivido allí. Esto, incluso, se pudo confirmar en un reportaje aparecido en el programa conducido por César Hildebrandt. La madre nunca ha querido si quiera pasar un fin de semana en su casa al lado de su hijo. Mi padre hace 4 años no deja que mi José salga a la calle conmigo y para ello tiene a varios guachimanes contratados para cuidarlo de mi.

Si mi padre dice que no lo tiene debería colaborar con ubicarlo. Con todos sus recursos ello se lograría en minutos. La verdad es que él es el responsable de tenerlo desaparecido y viendo gastando una fortuna en contratar los abogados y servicios más caros para impedir que mi hijo vea a su propio hijo y a sus otros nietos varones. Mi padre ha llegado a un extremo nunca antes visto en una familia algo normal.

Entiendo que él quiera a su nieto mayor, peor hay una diferencia entre amor y obsesión. Un cariño no puede llevarlo a gastar cientos de miles, en empujar a su gente más cercana y en colocarse en contra de la ley para evitar que durante 4 años José pueda ver a sus hermanos, salir con su padre y, hoy, desaparecerlo. En todo momento le he planteado a mi padre que cumpla con la ley y que si lo hace yo le garantizo que podrá ver regularmente no sólo a su nieto mayor sino a sus tres nietos (Alex de 13 años, Carlos de 8 años y Daniel de 3 ½ años). El no les habla a ninguno de ellos hace 4 años. Jamás, si quiera, ha enviado un saludo a Daniel a quien no conoce ni quiere conocer.

En el 16 Juzgado de Familia de Lima incluso le propuse que él podría seguir llevando al y trayendo del colegio a José. Su respuesta fue inmediatamente después desaparecerlo.

Hago un llamado a todos mis colegas periodistas para que apoyen la causa de mis hijos: que defiendan el derecho de mi primogénito de retornar al colegio, ser libre y poder ver a su padre y hermano; que defiendan el derecho de mis 3 hijos menores de poder ver a su hermano mayor.

Les pido que me ayuden a luchar por que en este país todos los padres y madres puedan tener acceso a sus hijos y que no haya nadie que se atreva a pisotear la ley y poner a ningún menor en la clandestinidad. Mi José vive bajo una de las peores dictaduras. No tiene derecho a ver o hablar con su padre, sus hermanos o sus amigos.

No tiene derecho a ir a un colegio y está por perder el año escolar. Está permanentemente bombardeado por presiones y chantajes emocionales para decir lo que el abuelo le fabrica (algo que los psiquiátras llaman alienación parental u identificación con el opresor, que es algo más fácil que ocurra –pues son menores- que el síndrome de Estocolmo) Les pido que difundan la nota y ayuden a que el Perú sea un país donde se cumplan las leyes de familia y no hayan niños raptados ni desaparecidos.

No permitamos que alguien que tenga tanto poder pueda despreciar tan olímpicamente a la ley y a la prensa. El drama de José Bigio es el drama de todo padre, madre o niño. Concentra el derecho humano de cada niño de poder ver a su padre, a su madre y a sus hermanos, de ser libre, y de poder ir a un colegio.

La causa de José no está afiliada a ninguna corriente política o religiosa.

Líderes de numerosos partidos y credos apoyan el derecho de José a ser libre. La causa de José ha sido apoyada por los extremos más diversos. El viernes 7 miles de trabajadores pasaron en marcha por las oficinas de Diners y aplaudieron el piquete pro-liberación de José o coreaban “José Bigio Libertad”!. El boletín del Banco Huyese la ha mencionado y numerosos empresarios han expresado que no se puede permitir que funcione una sociedad donde se violan tan impunemente las leyes. Lo que une a todos ellos es el sentimiento de padres que se sienten indignados por ese atropello a los derechos de cualquier papá o mamá.

La lucha que tengo no es para destruir a nadie. En vez de querer derrumbar a mi padre lo que quiero es que él se comporte como un padre y un abuelo: un padre que protege (y no le hace la vida imposible) a su hijo y un abuelo que considere a sus 4 nietos y que los quiera como tales (y no como hoy que a uno lo poseen totalmente y al resto desconocen).

Esperando vuestro apoyo a esta justa causa y que ésta pueda ser ampliamente difundida en su medio, se despide de usted.

Isaac Bigio www.bigio.org http://www.bigio.org/

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