IN MEMORIAM ANTONIO FERNÁNDEZ MOLINA

Busco en los bolsillos, y entre lo dedos se me han caído todas las letras, ya no encuentro las palabras. Mientras que las busco y las reencuentro recompongo un calidoscopio. Un juego de luces y sombras que traiga un poco de color, al calor de los recuerdos, que ilumine el día gris en que Antonio Fernández Molina, jugando al escondite con el tiempo y el espacio se nos ha ido.

Releo otros textos, otras palabras que vivieron nuestro tiempo de espacio compartido, Textos que quedaron atrás pero que siguen vivos.

* LA PUNTA DEL ICEBERG Mi encuentro con Antonio Fernández Molina fue borrascoso, llovía aquella tarde del 87, y el gris del cielo competía con mi exposición, ¨ Frecuencia gris ¨. Algo de todo aquello debió de incomodarle y , entre símbolos del Zen que salían de las carpetas y un paraguas roto, descubrí el solo de trompeta que ejecutaba, con precisión y sin necesidad de excusa, aquel hombre de aspecto bohemio, un poco gruñón y peleón, con ojos inquisitivos y corazón tierno.

Seguí la pista de sus pasos, por entre los renglones de las páginas de su vida, entre las manchas de alegría y dolor que coloreaban las telas de sus sueños. Y hallé un creador sin miedo y un hombre sin límites, salvo los de la propia humanidad que le desbordaba; y que , cauto, intentaba mantener a buen recaudo para que no le traicionara demasiado a menudo.

Como la punta del iceberg, que emerge del agua en una pequeña realidad de lo que esconde, así este pequeño homenaje para este gran hombre que está entre nosotros y que nos honra con su presencia y amistad.

Sea este un pequeño acercamiento bibliográfico a su obra, extensa y variada, Solo de trompeta, Cuello cercenado, Todos los días son espléndidos, Cejunta y Gamud, una abanico de posibilidades para buscar y disfrutar...

* PEDRUSCO DE PAN

Antonio, figura blanca, piedra lluvia en la palabra. Pedrusco de cacho de pan, hiere como un pedazo de hogaza, duro y seco, toda escondida la miga tierna.

Ojo agudo por el que se enhebra a la mente, el pensamiento lúcido y rápido, que pespuntea y repasa el ingenuo dando punto de realce al espacio que decora; en colores planos para toda la perspectiva humana.

Sabor agridulce que matiza y regala en cada una, y en todas sus historias, las que vive y las que fábula, creando un laberinto cósmico y original que enreda al lector en su propio ser. A través de sus múltiples pasillos se puede llegar a vislumbrar, bien por la escritura, críptica a veces, de las paredes, bien por ,los símbolos y emblemas que decoran sus recorridos vitales; o por el rastro, madeja y huella de color de Ariadna, los variados y esquivos destellos del Minotauro. Saber y señor de los espacios y el tiempo mediterráneo. Ora sombra, ora sol, de lo dicho y de lo callado, pero definido en ese silencio medido, delimitado en su sentido concreto y exacto.

Gnosos y el descubrimiento de la dualidad, de la magnífica pluralidad humana de la creación sin límites, salvo en la propia necesidad de surgir y comunicar, de saber y ser. La propia exigencia de vivir de sí mismo, devorándose y renaciendo de su propia inmolación, de su trabajada destrucción. Una obra siempre renovada y siempre inconclusa por mutable y consecuentemente viva con él mismo y no siempre aceptada por el entorno, lo que le eleva y le mantiene en una realidad atemporal que lo potencia y lo salva redimiéndole de la caducidad de lo efímero y transitorio.

Escapando de la mediocridad de lo imperante, que lo quiere anular absorbiéndolo, hacia un horizonte más amplio y universal, más atemporal. Manteniendo las coordenadas personales de un caos existencial que le hacen seguir rutas poco transitadas, por áridas y peligrosas, para la mayoría. La senda del solitario que sigue sus propias huellas, abriendo siempre el camino, desbrozando las hierbas del sendero hasta la propia muerte. Muerte, que es sólo un accidente más de la creación, que avanza y se reconstruye en todas las posibilidades de sí mismo.

El hoy, el ayer, las frases que se superpusieron, las preguntas que nacerán sin respuesta, las palomas que no volarán, la mano que seguirá floreciendo en cada verso, seco, o en cada palabra de lluvia. Los ojos que darán brillo al azul de aquel amanecer, o que llenan de dorado atardecer cualquier bicicleta infantil de los deseos, para jugar un poco más en esta historia que nunca se acaba pues siempre se la inventa alguien. Por ejemplo tú, Antonio y eso nos hace felices.

Pues es un privilegio disfrutar del vivir, y máxime el haberlo disfrutado contigo.

Ángela Ibáñez

*Extracto (Homenaje y primera aproximación bibliográfica a su obra) (2 al 15 de Marzo 1993 . Biblioteca de Aragón) * Periódico Nueva Alcarria. Guadalajara. ( Marzo 1996)

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