Declaração do MRE da Cuba

La votación de dicho texto, cuyo resultado fue de 8 a favor, 22 en contra y 23 abstenciones, es una nueva demostración de la hipocresía y doble moral imperantes en la CDH, que nuestro país ha denunciado pública y reiteradamente.

El gobierno de los Estados Unidos, como es habitual, utilizó la intimidación y el chantaje para impedir la aprobación de este proyecto de resolución.

Trató así de silenciar el repudio mundial ante las horrorosas fotos de las torturas en Abu Ghraib y otras cárceles norteamericanas, los reveladores testimonios de detenidos y otras personas que han tenido acceso a ellas, y el clamor y la condena de personalidades de las más diversas esferas, de parlamentos, de organizaciones internacionales, no gubernamentales y de la opinión pública mundial.

Como se recordará, Cuba presentó el pasado año un proyecto de resolución a la Comisión de Derechos Humanos sobre este tema. En aquella ocasión no insistimos en que se sometiese a votación, principalmente a solicitud de la Unión Europea.

Pero, en ese momento, aún no había las evidencias que existen hoy sobre las flagrantes y sistemáticas violaciones de los derechos humanos de los prisioneros en la ilegal Base de Guantánamo, que hoy suman más de 500, de más de 40 países, incluidos europeos y menores de edad, ni se sabía que al parecer fue esta la instalación donde primero se probaron los métodos de tortura hoy extendidos a otras cárceles estadounidenses fuera de su territorio.

Tampoco entonces se conocía que dicho sistema de tortura había sido oficialmente aprobado por las más altas esferas del gobierno norteamericano y fundamentado jurídicamente mediante un dictamen escrito en la Casa Blanca por el ahora Fiscal General de ese país.

El escandaloso voto en contra en bloque de los países de la Unión Europea es un reflejo más de su subordinación al gobierno de los Estados Unidos y de su incapacidad de seguir una política propia, incluso en un tema en el que la opinión pública de sus países, el Parlamento Europeo y sus Parlamentos Nacionales, han exigido una fuerte posición europea de condena a tales prácticas.

Por ejemplo, la resolución aprobada el 28 de octubre de 2004 por el Parlamento Europeo no sólo pidió al gobierno de los Estados Unidos que permita una investigación imparcial e independiente de las denuncias de torturas y malos tratos infligidos a todas las personas que se encuentran privadas de libertad bajo su custodia, sino también instruyó a los países miembros de la Unión Europea que presentasen un proyecto de resolución sobre el tema a este período de sesiones de la CDH.

Cabía esperar, por tanto, que el proyecto de resolución mencionado tuviese una acogida favorable al menos de los países de la Unión Europea, los cuales, al no haber presentado un texto por sí mismos como su Parlamento les había solicitado, debían haber copatrocinado la iniciativa cubana o, por lo menos, votado a favor de la misma.

La delegación cubana en Ginebra convocó a tres consultas sobre nuestro proyecto de resolución, en las que participaron las delegaciones de la UE, y en las cuales se solicitó su apoyo. Además, el Ministerio de Relaciones Exteriores instruyó a sus embajadores que se dirigieran a las Cancillerías europeas para solicitar su copatrocinio y voto a favor sobre este importante tema.

Sin embargo, en algunos países ni siquiera recibieron a nuestros embajadores y hubo otros en que la entrevista fue fijada intencionalmente por las Cancillerías para una fecha posterior a la votación en Ginebra. En ningún caso la respuesta fue positiva. Lo único que hallaron nuestros diplomáticos fueron evasivas, a veces corteses, a veces altaneras e, incluso, muchas veces avergonzadas.

Más de un representante de una Cancillería europea, al preguntársele el motivo de que no estuviesen dispuestos a respaldar el proyecto cubano, respondió que la política europea consistía en “defender sus intereses pero no ponerse frente a Estados Unidos”. Se llegó al extremo, incluso, de que una funcionaria europea, al parecer furiosa, dijo a un embajador que Cuba era la culpable de la “situación creada” en Ginebra, en obvia referencia a que los países de la UE no sabían qué hacer ante la difícil disyuntiva de enfadar a Estados Unidos o enfrentar a su propia opinión pública.

Pero lo cierto es que ningún país miembro de la Unión Europea copatrocinó la resolución como se les había solicitado. La Unión claudicó ayer en la mañana, como se denunció en la comparecencia de anoche del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, y acordó votar en contra en bloque, pese a la protesta de los integrantes de la Unión que no pertenecen a la CDH, quienes, al no tener que votar, defendían el hacerlo en abstención ya que no correrían el riesgo de represalias norteamericanas.

Lo peor es que algunos de ellos trabajaron activamente, en capitales africanas, asiáticas y latinoamericanas, e incluso en la sala de reuniones de Ginebra, en estrecha coordinación con la diplomacia norteamericana, contra el proyecto de resolución cubano en el empeño de impedir su aprobación.

El proyecto de resolución cubano solicita que el Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria, el Relator Especial sobre la Tortura, el Relator Especial sobre el Derecho de Toda Persona al Disfrute del Más Alto Nivel Posible de Salud Física y Mental y el Relator Especial sobre la Independencia de Jueces y Abogados, mecanismos de la CDH que los propios norteamericanos califican de imparciales y universales, determinen sobre el terreno la verdad de las serias acusaciones que hoy penden sobre el gobierno de los Estados Unidos por sus actos contrarios a los derechos humanos y a la dignidad de los prisioneros que mantienen en Guantánamo.

Nuestro pueblo, al igual que cientos de millones de personas en el mundo, tiene preocupaciones legítimas sobre lo que sucede en el territorio de la base naval de Guantánamo que Estados Unidos nos usurpa. No nos inhibe que el delincuente sea el responsable de la continua presentación de proyectos de resolución contra nuestro país en la Comisión de Derechos Humanos, que, de manera injusta, selectiva, discriminatoria y politizada, tratan de acusarnos de ser violadores de los derechos humanos y que son usados como pretexto para mantener y reforzar el bloqueo económico, comercial y financiero y para crear las condiciones para justificar una eventual agresión contra Cuba.

A Cuba le sobra autoridad moral y sentido de la justicia para enfrentar la resolución contra nuestro país, copatrocinada y apoyada por la Unión Europea y otros satélites de la órbita imperial, sin tener que recurrir a argucias de tipo alguno, como también le sobra valentía para presentar abiertamente sus opiniones y propuestas y solicitar que se investigue lo que ya se ha convertido en una afrenta que sacude la conciencia de la Humanidad.

Esta moral nos la otorga el hecho incontrovertible de que el asesinato político, las desapariciones, las ejecuciones extrajudiciales, los escuadrones de la muerte y la tortura, las vejaciones y los malos tratos contra los detenidos nunca han existido en la Cuba revolucionaria, ni durante la dura lucha por la definitiva liberación de nuestro pueblo, ni en los 45 años transcurridos desde el triunfo de nuestra Revolución.

En suma, para Cuba no es sorpresa que el proyecto de resolución no se aprobara en la votación burocrática de la CDH. Era de esperar que los países de la Unión Europea y algunos otros, en su ya proverbial hipocresía y doble moral, fuesen incapaces de sobreponerse a su dependencia de los Estados Unidos, de hacer valer la justicia y de demostrar su cacareada preocupación por el respeto a los derechos humanos en todo el mundo.

Los países que hoy han votado contra el proyecto de resolución cubano han sido desenmascarados y se han convertido en cómplices directos y públicos de las torturas, vejaciones y violaciones de los derechos humanos de las personas ilegalmente detenidas, incluidos algunos de sus ciudadanos, en la base naval norteamericana en Guantánamo y en otros lugares.

Con esta votación, se ha cumplido el valioso objetivo de poner fin a la impunidad que se cobija en el disimulo y el silencio cómplice en relación con la tortura.

Se ha demostrado que la Comisión de Derechos Humanos no tiene cura. Los Estados Miembros de las Naciones Unidos tendrán que sortear el peligro de que su transformación dé origen a un engendro peor, para poder construir un órgano totalmente distinto, sólo al servicio de la noble causa de los derechos humanos, de la cooperación y el diálogo.

Nuestro pueblo no cejará en sus empeños y seguirá adelante en su denuncia de los crímenes de la camarilla fascista que gobierna en Estados Unidos.

Con más moral que nunca, redoblará su lucha en defensa de la justicia, de la razón, de la ética, para el verdadero disfrute de todos los derechos humanos para todos los ciudadanos del planeta. La Habana, 21 de abril de 2005

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