La realidad del conflicto armado en Colombia

Aplicando la formula fascista de "calumniad, calumniad que de la calumnia algo queda", Álvaro Uribe ordena mentir sistemáticamente a las Fuerzas Militares y de policía sobre la realidad de la confrontación armada en Colombia y presiona a los grandes medios de comunicación para que se sometan a las directrices de la oficina de prensa de la Presidencia de la República.

Con mentiras no se ganan guerras

Se trata de crear el falso ambiente de una guerra que el Estado está "a punto de ganar" contra una guerrilla en "desbandada" y "sin razones políticas", ni socio-económicas de existencia.

Y así, mientras la rosca uribista de Colombia y el mundo raponea los negocios del Estado, y subasta a precio de huevo y utilizando sinuosos caminos los bienes del patrimonio colectivo del país, y arrebata a los trabajadores hasta los más mínimos beneficios conquistados tras largas y duras luchas, y monopoliza más la tierra fértil, también pretende adormecer la rabia, el desespero, el hambre y la indignación popular con cifras manipuladas sobre el desempleo, la canasta familiar, la inflación y el crecimiento económico, al mismo tiempo que el 60 % de los colombianos se hunde en la miseria y que uno de cada 4 sólo se alimenta día de por medio, que no hay dónde trabajar, ni hay cupos en las escuelas, ni hay atención en clínicas ni hospitales, ni mucho menos se le pone fin a la corrupción ni a tanta impunidad.

No es sólo el buque “Gloria” el que se está pudriendo

La excarcelación de los ladrones de Dragacol, la desaparición de las 4 toneladas de cocaína a manos de generales del ejército y la policía, las tropelías de una Fiscalía atrapada por el narcotráfico y el paramilitarismo las acalladas sindicaciones del general Uscátegui sobre la responsabilidad directa del alto mando militar en la masacre de Mapiripán, la coca envolatada de Guaitarilla, la fría ejecución de los campesinos en Cajamarca por parte del ejército oficial, la heroína en el "buque insignia", las estafas de la administración Peñalosa en las vías del transmilenio, los desayunos en palacio con parlamentarios uribistas y conservadores para repartirse el presupuesto nacional y el nombramiento como diplomáticos de los familiares de los congresistas lentejos, que "súbitamente" se voltearon al uribismo, demuestra que no es sólo el buque "Gloria" el que se está pudriendo, sino que es el alma misma de las instituciones oficiales la que se deshace en manos de esta oligarquía voraz.

Los “riquitos” y los gringos pretenden reelegir a Uribe

Ahora, entre ministros y consejeros, gremios económicos y encuestadores, medios de comunicación y militares lanzaron la perversa iniciativa de la reelección presidencial con nombre propio, fundiendo en ella el afán gringo de liquidar lo poco que nos queda de soberanía, el interés de la banca mundial por ampliar sus utilidades a costa de la miseria del pueblo, el entusiasmo de los "riquitos" de Colombia, el sentimiento nazi del actual presidente y la ciega ambición de los negociantes de las armas y la violencia.

Porque la esquizofrénica obsesión de Álvaro Uribe es la guerra, sueña con la pax romana, con la tierra arrasada; su grave enfermedad mental es visible en las fascistas detenciones masivas con que pretende intimidar la lucha popular; lo es también en las reiteradas exigencias a los mandos militares por resultados medidos en litros de sangre derramada, ignorante él de las realidades del campo de batalla; su estado mental también se manifiesta en las fulminantes y humillantes destituciones públicas de oficiales por los fracasos sufridos en una confrontación que diariamente enfrenta en múltiples escenarios a las fuerzas en conflicto y en donde, por su puesto, no todo tiene el sabor de la victoria.

La dureza de la guerra

En el año 2003, por ejemplo, las FARC combatieron en 4.447 oportunidades contra la Fuerza Pública y los paramilitares (promedio de 12.18 diarias), en donde hubo 5.291 muertos entre militares, policías y paramilitares y 4.701 heridos. Sin contabilizar en estos totales, las bajas no confirmadas en más de 919 situaciones (algunos combates, emboscadas y minados donde es físicamente imposible hacerlo). En todas estas acciones recuperamos 356 fusiles, 7 morteros, 6 ametralladoras y 12 lanzagranadas, averiamos helicópteros en 101 ocasiones y destruimos 12, derribamos 5 aviones y averiamos 41, destruimos 1 piraña y averiamos 4, también destruimos 1 tanqueta y averiamos 7.

En el año 2003 murieron en combate 540 guerrilleros y 84 milicianos, y fueron heridos 326 lo mismo que 13 milicianos, cifras que evidencian la dureza de la confrontación.

En los tres primeros meses del año 2004 los choques se han presentado de la siguiente manera:

Acciones militares 1.152 que arrojan 1.373 muertos entre militares, policías y paramilitares y 1.416 heridos.

De parte de las FARC hemos tenido 93 muertos y 62 heridos.

Y así, mientras Colombia continúa adentrándose en los imprevisibles espacios de una guerra civil, derrochando más del 4.5% del PIB en el terror de la violencia oficial (sin contabilizar las ayudas gringas) y mientras crecen desaforadamente las estadísticas por muertes violentas en todo el territorio nacional, se pretende en lo inmediato y por las vías parlamentarias, ampliar los poderes autoritarios del presidente y de los altos mandos militares, buscando atropellar más a la población civil, pues como siempre ha ocurrido, estas trapisondas dictatoriales en poco o en nada afectan a quienes nos hemos levantado en armas contra el oprobio oligárquico.

Ante el descontrolado gasto uribista en la guerra, orientamos el sabotaje económico que busque poner freno al ilimitado crecimiento del presupuesto oficial para la ejecución del terrorismo del Estado.

En ese marco, entre el año 2003 y lo que va corrido del 2004, entre otras acciones, hemos derribado 151 torres de comunicaciones y energía, también golpeamos en 77 ocasiones pozos de petróleo, oleoductos, poliductos, machines, subestaciones de Ecopetrol, baterías y, en el caso particular del oleoducto trasandino, le hemos destruido 3.510 metros.

Con la autoría intelectual del Departamento de Estado y del Pentágono gringo, y con la intervención directa de oficiales de inteligencia del ejército norteamericano prosigue el despliegue de la fuerza mercenaria oficial. Por ejemplo, hacia el sur oriente del país estamos informando que por orden presidencial van por los prisioneros de guerra en poder de las FARC, han ubicado fuerzas en forma de cadena en los siguientes lugares:

San Vicente-Delicias-Cortina Verde/ San Vicente-Campo Hermoso/ San Vicente- Puerto Losada y Marimbas 1 y 2/ Macarena- Morrocoy-Jordán-La zorra-El Turpial Yaguara. Macarena- río Guayabero abajo.

Una brigada móvil desplegada por Cachicamo-Bocas de El Perdido con El Losada y por la vía Tober.

Por el sur aparecieron tropas de Cartagena del Chairá en el sitio Los Cauchos rumbo a Los Lobos con la finalidad de consolidar un corredor con los que están en ciudad Yarí.

Desde hace 40 años, el Estado colombiano, de manera cíclica y recurrente desata frenéticas oleadas de violencia contra el pueblo colombiano bajo el pretexto de liquidar a las guerrillas revolucionarias de las FARC. Para ello, ha entregado la soberanía nacional al gobierno de Washington, aproximando al país cada vez más a los umbrales de la invasión norteamericana.

Por eso, estamos convocando a los colombianos a unirnos contra la agresión norteamericana que de manera disfrazada está alcahueteando Uribe Vélez y que avanza inexorable en forma de asesoría militar principalmente a través del Plan Colombia.

Llamamos a los oficiales de la Fuerza Pública, que aman de verdad a Colombia, que han jurado fidelidad a la causa bolivariana y que anhelan la solución política del conflicto a que dialoguemos como lo ha propuesto el comandante Manuel Marulanda.

La crudeza de las cifras referidas a la confrontación militar en Colombia nos lleva a reiterar nuestro llamamiento por construir un nuevo gobierno que enrumbe al país hacia la solución política del conflicto, la democracia, la soberanía y la justicia social.

Secretariado del Estado Mayor Central FARC-EP

Montañas de Colombia, abril del 2004

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