Análisis de Bigio tras el nuevo fallo contra Pinochet

Las posibilidades que tenga el extirano para evitar ser procesado se van recortando. Muchos de sus antiguos aliados le han dado la espalda. Por una parte su descrédito ha crecido al conocerse de millonarios fraudes y por otro lado no existe un ‘cuco’ que busque trastocar el monetarismo vigente.

La creciente izquierda radical querrá aprovechar la coyuntura para pedir ‘tribunales populares’ y ‘abandonar al neo-liberalismo’. El gobierno y la oposición ‘moderada’ tratarán de demostrar que Chile ha cambiado y que su justicia es ahora confiable, buscando que el repudio a Pinochet no genere un caos político.

Las dos venganzas en Chile

Al arrestar legalmente a Pinochet los socialistas chilenos estarían vengando a Allende y al golpe que él les lanzó en 1973. Lo paradójico es que Pinochet ya ha efectuado su venganza anticipada. Esta consiste en que muchos de sus enemigos han abandonado su anterior radicalismo para abrazar el modelo monetarista y privatizante que él impuso.

Lagos quiere hacer ver a la izquierda extra-parlamentaria que con el actual cuadro constitucional si se puede castigar a los golpistas y también compensar a los torturados (quienes recibirán pensiones), aunque para ello deban aceptar renegar de su anterior revolucionarismo social.

La derecha chilena debe aceptar sacrificar a uno de sus mentores a fin de garantizarle una imagen más moderna y limpia. El nuevo modelo chileno que podría ser aplicado en América Latina consiste en que la derecha permita el castigo a los peores ‘terroristas de Estado’ a condición que la izquierda se modere en el poder aceptando sus recetas económicas y evite estallidos sociales. Pinochet arrestado

Pinochet recibió una orden de arresto domiciliario. Si bien la defensa inicialmente logró evitar que esta se ejecute gracias a un recurso de amparo, la sala de apelaciones ratificó unánimemente el veredicto inicial. El ex dictador ahora podrá ser juzgado por haber ordenado ejecuciones extrajudiciales. Dicha resolución se da después que la justicia chilena aprobase compensar a las víctimas del terrorismo de Estado y luego que Argentina resolviese que los militares que hubiesen cometido violaciones a los derechos humanos pudiesen evitar ser procesados.

Esta serie de veredictos marcan un giro en la historia chilena y continental. Este se da tras el arresto domiciliario decretado para Mark Thatcher en Sudáfrica, acusado de promover un golpe mercenario en el mayor productor de petróleo per capita en Africa negra (Guinea Ecuatorial). El es el hijo y heredero de la primera ministra británica que tanto defendió a Pinochet y que co-impulsó con él el neo-liberalismo a nivel global.

Ambos hechos no han estado ligados, sin embargo han puesto en una situación difícil a los paladines del modelo monetarista basado en privatizaciones y aperturas a los grandes capitales. Esto, a su vez, puede afectar a los duros republicanos tras Bush.

Juzgar a Pinochet en su propio país puede ser la mejor forma de democratizar Chile. El fallido intento del superjuez Garzón de extraditar a dicho general a Madrid lo hubiera transformado en un héroe de la soberanía nacional chilena mientras la justicia española hubiese querido así limpiar su imagen de haber blanqueado al franquismo.

Dicho juzgamiento querrá ser capitalizado por el oficialismo y los sindicatos para torpedear el ascenso del derechista Lavín. También será una advertencia en la región contra el golpismo y a la impunidad.

La cuestión Pinochet ha dejado en una situación difícil a la derecha mapochina. Para ésta el golpe de 1973 evitó el caos marxista e instauró la actual economía monetarista cuyo éxito es tal que sus enemigos socialistas hoy lo mantienen y serviría de modelo para el mundo.

Mas, si la derecha mapochina quiere volver al poder necesita desasociarse de alguien a quienes constantes investigaciones prueban complicidad en matanzas y escándalos financieros. Mientras Bánzer (dictador boliviano 1971-78) tuvo la habilidad de democratizarse y aliarse con sus enemigos izquierdistas (co-gobernó con el MIR en 1989-93 y 97-2002), Pinochet se negó a arrepentirse. Algunos sectores conservadores temen que tras el juicio a Pinochet se busque cuestionar al ejército y sistema chilenos. Otras alas tras Lavín creen que la mejor forma de evitar ello es siguiendo el camino del Partido Popular español y desplazar a los socialistas ofreciendo un discurso post-dictatorial modernizado.

Cuando Pinochet fue detenido en Londres la izquierda tuvo un dilema. Un sector pedía que el general no sea devuelto a Chile sino extraditado a Madrid para ser allí procesado. Otra ala decía que ello implicaba renunciar al antimperialismo pidiendo mayor intervención a la segunda potencia con presencia en Latinoamérica.

Ahora que el general será juzgado en Chile la izquierda se dividirá en dos polos ante ello. Los radicales querrán aprovechar la coyuntura para pedir que Pinochet y todos sus socios sean sentenciados y que se procese no sólo a la anterior dictadura sino a los EEUU y al modelo monetarista que él impuso. Algunas de estas corrientes pedirán que se formen tribunales populares y que se impulsen masivas marchas callejeras que no solo cuestionen a los militares complicados con abusos sino a los grupos empresariales que se enriquecieron con la dictadura. El objetivo de ellos sería volver a un gobierno tipo Allende que promueva nacionalizaciones o hacia una revolución social.

Los moderados ligados al gobierno querrán evitar una mayor polarización que desestabilice al país e incomode a las FFAA e inversionistas. El oficialismo quiere preservar la actual economía liberal y usar el juicio para despinochetizar el estado y evitar que Lavín llegue a la presidencia. Estos sectores no solo quieren evitar volver a la situación de confrontación de la Unidad popular (197-0-73) sino incluso a un escenario como al actual en Venezuela. Su tesis es que la izquierda debe adaptarse a las reglas de juego de la globalización post-guerra fría y aceptar una economía capitalista liberal.

El proceso a Pinochet se empalma con el pedido de extradición a Fujimori y posibles juicios a otros dictadores. La democratización en América Latina y el mundo ganaría mucho si dichas investigaciones llegan a darse sobre las empresas y figuras estadounidenses, tales como Henry Kissinger, que les alentaron, armaron y dieron apoyo logístico y financiero. Chile, además, ha resuelto compensar a las víctimas del terror de Estado. Estas medidas repercutirán en toda la región alentando similares peticiones. Cuando Pinochet se escapó de ser extraditado de Londres a Madrid él creyó que se escapaba de la justicia. El actual escenario le es mucho peor. Ahora en lo que él consideraba su santuario (Chile) se le puede sentenciar. No puede aducir ser un mártir de la soberanía nacional y hasta antiguos aliados suyos le dan la espalda.

La izquierda vs Pinochet

Cuando Pinochet fue detenido en Londres la izquierda tuvo un dilema. Un sector pedía que el general no sea devuelto a Chile sino extraditado a Madrid para ser allí procesado.

Otra ala decía que ello implicaba renunciar al antimperialismopidiendo mayor intervención a la segunda potencia con presencia en Latinoamérica.

Ahora que el general es arrestado en Chile la izquierda se dividirá en dos polos ante ello. Los radicales querrán aprovechar la coyuntura para pedir que Pinochet y todos sus socios (incluido Kissinger) sean sentenciados y que se procese no sólo a la anterior dictadura sino a los EEUU y al modelo monetarista que él impuso. Los moderados ligados al gobierno querrán evitar una mayor polarización que desestabilice al país e incomode a las FFAA e inversionistas. El oficialismo quiere preservar la actual economía liberal y usar el juicio para despinochetizar el estado y evitar que Lavín llegue a la presidencia. La Derecha chilena ante Pinochet

La cuestión Pinochet divide a la Justicia, las FFAA y el conservadurismo chilenos. Para la derecha el golpe de 1973 evitó el caos marxista e instauró la actual economía monetarista cuyo éxito es tal que sus enemigos socialistas hoy lo mantienen y serviría de modelo para el mundo.

Mas, si la derecha mapochina quiere volver al poder necesita desasociarse de alguien a quienes constantes investigaciones prueban complicidad en matanzas y escándalos financieros. Mientras Bánzer (dictador boliviano 1971-78) tuvo la habilidad de democratizarse y aliarse con sus enemigos izquierdistas (co-gobernó con el MIR en 1989-93 y 97-2002), Pinochet se negó a arrepentirse.

Algunos sectores conservadores temen que tras el juicio a Pinochet se busque cuestionar al ejército y sistema chilenos. Otras alas tras Lavín creen que la mejor forma de evitar ello es siguiendo el camino del Partido Popular español y desplazar a los socialistas ofreciendo un discurso post-dictatorial modernizado. Isaac BIGIO

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