URUGUAY: INTEGRACIÓN O SOMETIMIENTO

Montevideo, 7 de marzo de 2006 El gobierno presidido por Tabaré Vázquez asumió como propias las tres espinas envenenadas que le clavó Batlle al cuerpo del país – el escandaloso endeudamiento externo, el tratado de inversiones con Estados Unidos y las plantas de celulosa con sus riesgos contaminantes y el diferendo con la Argentina que no termina de resolverse porque los dos gobiernos enfrentan dificultades, a pesar de la buena voluntad expresada en los últimos días por ambos mandatarios: Uruguay no puede, por razones de dignidad, suspender las obras y Argentina no quiere utilizar la Gendarmería Nacional para desbloquear los puentes porque un choque con los piquetes puede provocar muertes que tendrían un alto costo político para Kirchner.

Para complicar más las cosas, el gobierno uruguayo insiste, presionado por su ala derecha, con la intención de firmar un tratado bilateral de “libre” comercio con el imperio. En otras palabras, una especie de “Mini ALCA” cuya finalidad es remachar el sometimiento del país a la hegemónica superpotencia mundial e impedir que avance la construcción de una Comunidad Sudamericana de Naciones, cuya columna vertebral es el MERCOSUR. Los líderes visibles de esta posición, son los ministros Astori y Lepra, en tanto no se sabe lo que hará en definitiva Mujica que ha manifestado, reiteradamente, su decisión de comer “pan podrido” si es necesario. Entretanto, Gargano echa mano a las “dos biblias” que inspirarían a Tabaré: la Constitución y el Programa del Frente Amplio que, como sabemos, rechazó un TLC con Estados Unidos.

El asunto, de concretarse, es tan grave que no puede ser tomado a la ligera. Y seguramente las bases frenteamplistas y los partidos de la izquierda tradicional (los Partidos Socialista y Comunista) que nacieron para combatir el capitalismo y abrir el camino hacia el socialismo, estarán debatiendo la increíble voltereta impulsada por un sector oportunista, aplaudido por la derecha, y actuarán con la firmeza del caso para tratar de impedir tamaña ignominia, que desconoce, con soberbia y desprecio, el masivo y concluyente voto ciudadano del 31 de octubre de 2004.

El grupo de compañeros que orienta este periódico, venía denunciando, desde el año 2002, las tendencias oportunistas de derecha que actuaban abiertamente en el Frente. Era el caso del grupo que lidera el ahora Ministro Astori que, a la postre, en medio de una profunda crisis financiera, que el Frente no denunció con la debida dureza y salvó a su responsable del juicio político- y ante la bancarrota a ojos vista de colorados y blancos, fue designado, en Washington, por el Fondo Monetario Internacional, Ministro de Economía del futuro gobierno.

Pero teníamos –y seguimos teniendo- confianza en la militancia frenteamplista en que esa tendencia podía ser frenada. El propio Tabaré Vázquez manifestó en varias oportunidades sus discrepancias con esa línea de maridaje político con los partidos oligárquicos y el imperialismo y que su incuestionable apoyo popular, fruto de su fidelidad a resoluciones de los congresos, podía imponer desde el gobierno, con el respaldo del 52 por ciento de los uruguayos habilitados para votar, y una mayoría absoluta de la bancada parlamentaria, la línea histórico-programática del movimiento y coalición que encabezaba. El alejamiento del General Seregni de la presidencia del Frente Amplio, y el fortalecimiento del liderazgo de Tabaré Vázquez, fue un claro indicio del pensamiento y sentimiento dominante en la coalición.

Esperemos que Tabaré Vázquez, no defraude a todos los que pensaron en su lealtad a los principios constitutivos de la organización y a su programa y rechace la “nueva estrategia” que algunos oportunistas le proponen.

Estos “pragmáticos” instan al Jefe de Estado a decidir autoritariamente cuestiones de Estado que vulneran el programa, desconociendo los órganos políticos que son los que tienen democráticamente que resolver, máxime cuando se trata de cambios estratégicos de una envergadura nunca imaginada por las fuerzas populares como es el de distanciarse del MERCOSUR para contraer una alianza automática –“carnal” le llamó en su momento el canciller de Menem- con Estados Unidos, en todos los terrenos, que garantice los insaciables lucros de un puñado de terratenientes y frigoríficos exportadores de carne, que han explotado al país desde su independencia. Cepo histórico para cuya destrucción fue construido pacientemente por las masas, durante casi 50 años, el Frente Amplio.

Las próximas semanas serán decisivas. En virtud del panorama descripto, sólo la movilización de los trabajadores organizados, los estudiantes, los cooperativistas y los ciudadanos agrupados en los Comités de Base, unidos en un gran FRENTE SOCIAL, pueden cambiar el curso de los acontecimientos que están en curso.

La lucha del pueblo por las causas justas siempre es fecunda pues son los pueblos los que hacen la historia. Ha llegado la hora de reaccionar y unir nuestras fuerzas a los hermanos de América Latina y las Antillas, secularmente explotados y humillados por el imperio con los que juntos deberemos edificar un futuro de progreso social y libertad, pues ese es el mandato que nos legaron nuestros Libertadores y 200 años de ignominia.

La opción no ofrece dudas: el TLC con Estados Unidos es el sometimiento económico, político y militar al mayor poder hegemónico del mundo actual; la integración latinoamericana es el único camino para nuestros países y pueblos –junto con otras regiones- para contrarrestar ese poder y llegar, en algún momento, a ser realmente libres. Ruiz Pereyra Faget y Gerardo Padilla

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