¿UNA MUJER O UN NEGRO EN LA CASA BLANCA?

Al acercarse las elecciones del 2004 en los Estados Unidos, la raza negra y la población femenina de la primera potencia capitalista se preguntan, si no sería justo que, después de más de dos siglos de hombres blancos en la presidencia, los votantes los eligieran, por primera vez, para ocupar la Casa Blanca. ¿O, por qué no, una fórmula mixta?

A medida que desde la abolición de la esclavitud, disminuyó la segregación racial - con mayor rapidez desde 1950 -, se abrieron unas pocas posibilidades políticas para la gente de color en los Estados Unidos, la que sí alcanzó gobernaciones, alcaldías, embajadas, etc. Pero, como quedó demostrado, instalarse cuatro u ocho años en la poderosa Oficina Oval, es diferente.

Cuando la National Association for the Advancement of Colored People (Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color), patrocinó una encuesta en Nueva York, la pregunta fue "¿Es correcto que las razas estén separadas?" . El 50% de los blancos respondió que era aceptable, comparado con el 40% de los negros.

Similar es el caso de las mujeres estadounidenses, con antigua presencia en el Congreso Nacional, gabinetes presidenciales y estaduales y subsecretarías pero, todavía, imposibilitadas de sentarse en el sitio que inauguró, en 1789, el Héroe de la Independencia y Padre Fundador, el general George Washington. Que no hayan llegado, no quiere decir que las mujeres de la Unión no sigan esforzándose por lograr altos puestos públicos, como lo hizo con éxito la ex Primera Dama y ahora senadora por Nueva York, Hillary Rodham Clinton, cuyo triunfo electoral llegó con un sueldo anual de casi 130.000 dólares. Y si ella o alguna otra mujer accede a la presidencia, su salario redondeará los 400.000 dólares anuales.

Una presidenta, ¿cómo procedería? ¿Abriría los archivos de la NASA para conocer datos desconocidos de la Luna y Marte y el enigma de los OVNIS? ¿Revelaría los detalles del asesinato de John F. Kennedy, incluso publicando fotografías de la autopsia? ¿Qué haría respecto del aborto, de la pena de muerte, de la marihuana? Y en lo que concierne a la América Latina y el Caribe, ¿qué haría con Cuba? ¿Cómo procedería con Puerto Rico en cuanto a su actual asociación, a una futura independencia o la posibilidad de que se converta en el estado numero 51? Los dirigentes de algunas minorías advirtieron que las relaciones raciales podrían empeorar, a menos que las instituciones continúen impulsando la integración y las oportunidades entre los grupos étnicos.

Hasta que alguien, descendiente de esclavos africanos o caribeños, jure como presidente, o alguna falda o pantalón femenino, origine para su consorte el título de Primer Caballero de los Estados Unidos, es interesante recordar a los gobernantes que se ganaron títulos y adjetivos surtidos, internamente por sus errores, negligencias o corrupción y en la América Latina y el mundo, por sus intervenciones o políticas imposibles de contrarrestar. Sobresale en la lista, por ser el primero y único que renunció "Ricardito Tramposo" (Richard Nixon) y luego están "El Manisero de Atlanta" (Jimmy Carter) el recientemente fallecido "El Cowboy de California" (Ronald Reagan), "El Recordman Atómico"(Harry Truman), "El Zorro de Virginia"(Thomas Jefferson), "Guillermo, El Breve"(William Herny Harrison), "Teddy, el del Garrote con Clavos"(Theodore Roosevelt), "Ike, el Limpiador de Washington" (Dwight Eisenhower),"El Soldado Expansionista" (Franklin Pierce), "El Verdugo de Alemania"( Thomas Woodrow Wilson), "El Rusito Solterón"( James Buchanan), "El Larguirucho" (Abraham Lincoln), etc.

Lincoln, James Garfield, William McKinley, y, como se expuso, Kennedy, fueron asesinados por fanáticos o anarquistas en 1865, 1881, 1901 y 1963, respectivamente. Gerald Ford y Reagan, en cambio, se salvaron de cuchillos y balas. En cuanto a Harrison, el noveno presidente, retuvo el cargo un mes: una pulmonía lo convirtió, en 1841, en el primero que murió en funciones. Había reemplazado a Martin van Buren y fue sucedido por su vicepresidente, John Tyler. Harrison fue embajador en Colombia. Pero, con anterioridad, participó en varias batallas contra las fuerzas británicas después que, en 1791, lo convocara Washington para expulsar a esa corona europea de las trece colonias.

Y Franklin Delano Roosevelt, pese a ser un inválido - fue atacado por la poliomelitis en 1921, a los 39 años -, ganó las elecciones de 1932, 1936, 1940 y 1944. Resultaron extraordinarios sus "Primeros Cien Días" de gobierno para reconstruir un país que estaba en la ruina, con trece millones de desocupados y casi todos los bancos cerrados. Con su bandera de que la presidencia es el lugar del liderazgo moral de la Nación, empleó el capital social y humano para elevarla a la cima. Y, desde esas alturas, coadyuvó al aniquilamiento del Eje Roma-Berlín-Tokio" y del "Tercer Reich" alemán de Adolfo Hítler, programado para durar mil años. No le resultó fácil a Truman ocupar su lugar: era un ex vendedor de neumáticos usados que luego quebró con su tienda para hombres. Pero el destino le tenía reservados dos nombres de ciudades japonesas para inscribirlo como nunca en la historia de la Humanidad: Hiroshima y Nagasaki. Con esas dos bombas atómicas, en 1945, puso de rodillas al Imperio del Sol Naciente y completó la obra inconclusa de Roosevelt, que había fallecido meses antes.

¿Cuándo tendremos en este país la noticia sobre el primer presidente negro o una mujer, de cualquier color?

Porque, si lo gobernaron hombres blancos tan dispares, ¿qué impide pensar que puedan arribar a esta capital personas diferentes, para que pueda reconfirmarse aquello de que hay oportunidades iguales para todos los nativos?

Jefferson, el redactor de la Declaración de la Independencia, lo señaló con la aprobación de otro grande, Benjamín Franklin: "Consideramos verdades evidentes en sí mismas, que todos los hombres son iguales de nacimiento".

En lo externo, como puede apreciarse, los Estados Unidos de Norteamérica siguen ocupados con el Medio Oriente, Europa y Asia, por cuestiones socio-políticas o energéticas, al tiempo que impulsa la penetración de sus megaempresas en marcados lejanos, respaldados por una sociedad pluralista. Latinoamérica, anteayer, ayer y hoy - y quizás mañana-, la vecina pobre, invita al gigante, como siempre, a mirar más hacia el sur donde, si bien hay deudas oscuras, injustas y agobiantes, también hay recursos de toda índole que podrían dar soluciones a futuros apremios - quizás cercanos -, mientras el planeta empequeñece su oferta, frente a los mayores consumos creados por la creciente población mundial, mayormente sin grandes dineros.

A lo mejor, cuando la supremacía anglosajona impuesta en la Casa Blanca durante más de doscientos años desaparezca, los vínculos de esta potencia con sus vecinos hispano-portugueses del continente se renueven, dentro de una mutua conveniencia, al llegar rostros sin precedentes a la más alta jefatura de los Estados Unidos.

INPA

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